Uno de los mitos más comunes que supuestamente atentaría contra la total aceptación del libro digital es que la gente no lee en pantalla. Yo me he encontrado varias veces en conversaciones donde alguien dice que no le gusta leer en pantalla. Si se habla de Facebook, de blogs, de word, de excel, de powerpoint, muy poca gente dice "yo no lo uso, porque a mí no me gusta leer en pantalla", y que nadie me diga que uno no lee utilizando una hoja de cálculo de excel. O que uno no pasa horas leyendo estatus de Facebook, más aún con la nueva versión que ha vuelto el leer estatus ajenos en una especie de vicio o de tarea compulsivamente inabarcable. Pero cuando se habla del libro digital, siempre hay alguien a quien no le gusta la idea porque leer en pantalla es desagradable.
A esas personas habría que hacerles una pequeña prueba de gusto por la lectura digital. Podría preguntársele qué están leyendo en papel en el momento actual. Si responden "nada" o "no tengo tiempo" o "informes de la oficina", se les respondería que no es que no les guste leer en digital, es que no les gusta leer en general y solo lo hacen de manera utilitaria, por lo que la sola idea de leer un libro sin que medie una tarea es una especie de aberración o de concepto extraño, esté ese libro digitalizado o no.
Otra gente responderá con su lectura del momento, con opciones tan variadas como el mercado del libro ofrezca. Con ellas habría que indagar ciertas cosas, como la proveniencia del libro. ¿Un regalo o un préstamo de un amigo? Le preguntamos: ¿Si alguien te regala una tarjeta de descarga con derecho a obtener cinco libros digitales, no la utilizarías porque no lees en pantalla? Podríamos recibir una rotunda negativa y ahí sí tendríamos a alguien que no está dispuesto a leer en pantalla, quizás por problemas con las fuentes comúnmente utilizadas o por un amor demasiado apasionado por el papel. Pero si la persona duda o dice que no será quien le vea el colmillo a ese caballo, entonces le preguntaríamos qué libros descargaría y así se puede obtener un mejor perfil de sus lecturas en pantalla.
Si el libro lo compró la persona o lo sacó de una biblioteca se le puede hacer la misma pregunta de las cinco descargas, pero con algo de introducción, preguntándole las razones por las que compró ese libro en particular en el momento específico en que lo compró.
Luego de obtener las respuestas de los cinco libros que descargaría la persona, se puede hacer la pregunta en contrario, los cinco discos que jamás descargaría. Si son libros gruesos, de muchas páginas, o de una cantidad por encima de las, digamos, trescientas páginas, hay indicios para concluir que a esa persona no es que no le guste leer en digital, el problema es que cree que los libros digitales no tienen marcalibros. La mayor parte de la gente que he escuchado decir que no les gusta el libro digital porque no les gusta leer en pantalla, suelen resultar gente que necesita convencerse de la idea de que los libros digitales pueden venir acompañados de marcalibros digitales.