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7 de abril de 2006

Horror Viagra

Como si del efecto de una pastilla se tratara, el horror, el desacomodo, la sensación de estar viviendo en una burbuja o en una isla a punto de ser devorada por el mar, fueron bajando de sus cotas más altas del día miércoles hasta que el jueves por la noche sólo quedaba el recuerdo de un ratón. Me vestí y fui al teatro, no podía perder otra entrada, otros 50 mil bolívares, y eso le puso precio a mi indignación por lo ocurrido en el país en las últimas horas: 50 mil bolívares.
Al llegar al Teresa Carreño y al Ateneo de Caracas ya todo había pasado, otra vez estaba en el Festival, la isla estaba a salvo, me encontré buenos amigos y la única vez que los hermanos Faddoul, el señor Rivas y el fotógrafo Aguirre acudieron a la conversación fue en un eufemismo que me sirvió para explicar por qué no había visto Celeste Flora, la obra de España de la que conservo la entrada sobre mi escritorio como un símbolo sin sentido.

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