No sé si los problemas de la Organización de Estados Americanos comenzaron con José Insulza, no sé si terminen con él, pero va siendo hora de que los países de la organización se planteen seriamente la salida del Secretario General. Su manejo de la crisis de Honduras ha sido de librito como ejemplo de lo que no hay que hacer. Primero, su afán de protagonismo lo inhibió como posible mediador, cuando una organización como la OEA si no media no es nada, pero su interpretación de la posición lo llevó a lanzar ultimatums y a fijar posiciones irreductibles que hicieron completamente inútil su viaje a Honduras. Ahora, Honduras no es parte de la OEA y los países de la región tendrán que buscar otros mecanismos para resolver una crisis que día tras día parece estar más resuelta del lado del gobierno de facto que llevará al país a elecciones en noviembre -supuestamente. Pero el problema es que varios países ya han buscado esos mecanismos saltándose a la OEA antes de que esta quedara fuera de juego y sin que Insulza dijera esta boca es mía. El caso más emblemático de ello es Venezuela, que en boca del presidente Chávez no ha hecho sino amenazar a Honduras con medidas de fuerza unilateralmente decididas por Chávez y apoyadas, muy en silencio, eso sí, por los países que lo acompañan en el ALBA, una organización que a juzgar por sus declaraciones de los últimos días, Chávez la concibe más como una OTAN que como un TLC.
Así, el gran legado de Insulza será haber convertido a la OEA en un auténtico convidado de piedra de las crisis regionales.
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