Entonces, gracias a que comencé a seguir a un par de escritores que escriben microrrelatos en Twitter, se me ocurrió la idea no de escribir mis propios microrrelatos sino de contar una historia de más largo aliento, 140 caracteres por vez. Así nació Gatubellísima, que narra las peripecias vividas por Elyuska, una manicurista que se mete en problemas por su habilidad para dar consejos mientras hace las uñas.
A razón de un capítulo diario, que a veces más que capítulos eran la escena del día, durante 35 días, las más de las veces de lunes a jueves, iba contando una historia tuit a tuit que luego también colgaba en mi perfil en Facebook. De esa forma, creo que pude llegarle a un público muy interesante, de algún modo cautivo porque está más que preparado y abierto a leer tuits y estatus, produciendo un intercambio con el lector que pocas veces uno puedo darse el lujo de tener.
Ahora, tengo en mis manos una historia que bien podría rescribir para abordar algunas aristas que la inmediatez del formato no me dejó abordar, o bien podría continuar, aprovechando que la trama muy cercana al género de aventuras da para nuevas entregas. Estoy indeciso, pero mientras, disfruto de una atención que nunca había recibido como autor.
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