Hay conceptos que adquieren una autoridad digna de mejores explicaciones, porque paradójicamente, mientras más por sentados se dan menos sirven para explicar algo. Recuerdo que en los años 90, en Venezuela se volvió una verdad de perogrullo decir que el problema del país era un problema de gerencia. Si alguien quería pasar por inteligente, sesudo analista y progresista comprometido, le bastaba señalar en alguna discusión que el problema de Venezuela era de gerencia. Y todo el mundo asentía satisfecho, como quienes asienten a la promesa de la resurrección de los muertos, todo un dogma en formación que nunca ha sido derrotado porque nunca ha sido contrastado. ¿Pero cómo contrastar lo que no se define? Y nunca nadie se dio a la tarea de definir o delimitar el problema gerencial que tenía Venezuela, quizás porque para todos era tan claro que para qué perder el tiempo en definiciones y límites.
Otro concepto mágico es la madurez ciudadana, muy en boga cuando las sociedades viven momentos de tensión y salidas extemporáneas a sus conflictos. Se supone que con madurez ciudadana podríamos evitar esas tensiones y solucionar los conflictos. Pero nadie se da a la tarea de definir ni la madurez ni la inmadurez ciudadana, tampoco el camino que lleva de una a otra y mucho menos cómo la madurez evita los problemas en que la inmadurez nos mete y logra las soluciones que supuestamente la inmadurez no nos permite alcanzar. Eso sí, basta con enunciar la idea, el problema de nuestros países es de inmadurez política, porque la misma se explicará por sí sola, es su propia evidencia. Pero me pregunto yo si no será ejemplo de inmadurez política el acudir a conceptos que se pretende expliquen todo por el solo hecho de enunciarse.
Play cumple cinco años
Hace 4 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario