Los gobiernos presidencialistas de Latinoamérica son en la actualidad más presidencialistas que nunca. Desde ahí, cualquier intento por saltarse caminos legales y constitucionales en función de los intereses del presidente de turno, suele terminar siendo exitoso. En Honduras, no fue así. El intento del presidente Zelaya de forzar el camino para su reelección fue extrañamente no avalado por los otros dos poderes de la Nación. Sin embargo, quedó demostrado cuán por encima de los otros dos poderes está el Ejecutivo, cuando la única forma de efectivamente detener al Presidente fue haciendo uso de la fuerza militar. Se desataron los demonios habituales, el ejército en vez de hacer cumplir las leyes de la nación, creó un sistema de facto poniendo en el exilio a Zelaya. ¿No hay otra forma de obligar a un Presidente a cumplir un mandato de otro poder que dándole un golpe de estado? La evidencia en Latinoamérica, por desgracia, nos dice que no. Hoy, los más beligerantes defensores de la presidencia de Zelaya son gobernantes que han utilizado a su favor esa incapacidad del sistema para obligarlos a actuar dentro de ciertos límites y contrapesos. Una vez más, las palabras y las instituciones se vacían de contenido, porque quienes hacen cumplir la Constitución se olvidan de ella en sus actuaciones, quienes piden se respete el marco de derecho lo hacen esperando que nadie mencione sus propios pecados.
5 comentarios:
Sí hay maneras, pero hay que apostarle al largo plazo. Madurez política, fomento del consenso, movilización ciudadana. De golpe en golpe vamos pa´tras, como el cangrejo. Allí están el 4-F y el 11A como evidencia. Saludos!
¡Qué vaina con nosotros latinoamericanos todos!
Es así, A-nah! Pareciera que nunca superaremos ciertas etapas de la historia.
Por eso, Raisa, no sé si a estas alturas sea cuestión de madurez, consenso o movilización, nuestra institucionalidad está construida sobre la base del hombre fuerte. Lo increíble es que todos los ejemplos de reformas institucionales de los últimos años en Latinoamérica lo que han buscado es aumentar la fuerza de ese hombre. Seguiremos yendo para atrás, porque lo que hemos construido y para más colmo lo hemos llamado progresismo, son sistemas donde la única salida es la fuerza. Llámenme pesimista, porque lo soy
La actuación de los organismos internacionales (léase OEA, quién dijo ALBA, Centro Carter) es hipócrita hasta la pared de enfrente. Cuando condenan enérgicamente el golpe es como si en realidad dijeran: "miren ¡al fin tenemos trabajo!".
Yo quiero escuchar los mismos pronunciamiento categóricos y amenazas de sanciones cuando meten presos y asesinan a periodistas en México, en Cuba; cuando se cierran canales de televisión en Venezuela; cuando (ex)presidentes amenazan con romper el orden constitucional en Honduras. ¿Dónde estaría la OEA si Zelaya hubiese llevado acabo su consultica apenas, chico?
Qué Carta ni qué Carta, qué democracia.
Es así, como si no aceptáramos las complejidades del mundo. Hay muchas más formas de violar los regímenes constitucionales que la intervención militar. Pero hoy se siguen dejando chantajear o quieren chantajearnos dando a entender que no apoyar a Zelaya es estar a favor de la intervención militar y eso no es cierto.
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