Cuando se trabaja a salario basta con una llamada para reportarse enfermo, te descuentan el día de enfermedad o lo dejan así, depende del lugar donde trabajes. Pero cuando se trabaja por cuenta propia, enfermarse, aunque sea levemente, es un lujo que no queremos darnos. Una migraña, cosa tan común para algunas personas, puede convertirse en una tragedia mayor si se atraviesa en un día donde estás luchando por ganarte un proyecto o si te retrasa el trabajo para un cliente a quien nunca has visto y que solo te coloca órdenes y recibe entregas de vuelta. Si trabajas desde tu casa y un día un resfriado te tumba, la tentación de ir a la computadora y tratar de acumular horas se vuelve un síntoma más de la enfermedad, porque cada hora que se esté en la cama indispuesto es una hora no facturada y a falta de otros beneficios, no facturar esa hora es como quitarse la comida de la boca. Un dolor de cabeza, un resfrío, te hacen pensar en lo que sucedería si llegan males mayores, pero no te queda otra que tocar madera y seguir adelante.
1 comentario:
excelente enlace, muchas gracias por compartirlo
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