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30 de mayo de 2011

Aleksandar Hemon en el Instituto Cervantes de Chicago



16 de mayo de 2011

Mitologías modernas

Mi sobrino me explica cuán poderoso es el dragón que tiene en la mano. Tan dura es su piel coraza que ni siquiera un sable de luz puede penetrarla.

7 de mayo de 2011

iGrill

5 de mayo de 2011

Chesterton 2.0

Chesterton puso alguna vez en cabeza de su personaje, el padre Brown, una estrategia lógica que le sirvió para resolver un caso: el mejor lugar para esconder una hoja es el bosque.
En el bosque de los social media muchas veces se olvida que un estatus o un tuit puede pasar completamente desapercibido debido precisamente a su condición de estatus o tuit. No pasearse por esa posibilidad trae diversas consecuencias, como por ejemplo:
1- Abandonar sitios, sean páginas o blogs, debido a que ahora se tuitea. Siempre que puedo insisto en que esto es un grave error. Aunque la gente esté en Facebook o en Twitter, las búsquedas siguen estando en Google y cuando nos interesa que se encuentre un contenido específico tenemos que trabajar para que sea fácil de encontrar; ni Twitter ni Facebook hacen de la búsqueda de contenidos específicos una tarea sencilla.
2- Reaccionar de inmediato ante un tuit o estatus. Después de todo, la inmediatez hace que un mensaje se pueda reproducir a una velocidad que haga imposible reparar un daño debido a una información no deseada. Pero no solo existe la velocidad, también existen zonas de circulación. Antes de reaccionar a mensajes no deseados, siempre hay que tomarse el tiempo de verificar dónde están circulando esos mensajes y no, la respuesta no es tan sencilla como "en Internet" o "en Twitter". La guía de oro para actuar, debe ser que nuestra reacción ante un mensaje no deseado no sea la manera como nuestra audiencia más cercana se entere de la existencia de ese mensaje.
3- Estar demasiado atentos a nosotros mismos. El bosque es inabarcable, ¿no?, pero aunque vivamos pendientes solo de nuestro árbol no hay que olvidar el gran entorno donde se ubica. Los analytics solo sirven si les agregamos un poco de contexto; de lo contrario, una subida o un bajón en las visitas, en los likes o en los retuits serán simple producto del azar. Quizás lo sean en muchos casos, pero en otros no.
4- Perderse en el próximo tuit. ¿Qué importa una hoja más en el bosque? Esa parece la actitud de gente que retuitea, comparte y comenta sin parar y sobre todo, sin diferenciar. Esos son precisamente quienes mejor esconden sus mensajes y terminan haciendo solo ruido ensordecedor, que es lo más cercano al silencio en las redes sociales.

4 de mayo de 2011

Poe 2.0

En medio de la vorágine informativa que se desató tras el anuncio de la muerte de Osama Bin Laden, una de las noticias que más me llamó la atención fue la que decía que los esfuerzos de Bin Laden por permanecer oculto guiaron a su captura. El hecho de que un castillete como el que utilizaba el líder de Al Qaeda de escondite, no tuviera conexión a Internet, llamó demasiado la atención de los servicios de inteligencia. Luego, de la estructura de la fortaleza concluyeron que sin duda ahí había alguien importante que no quería ser visto. Lo demás, paciencia para confirmar la sospecha.
Al parecer, Bin Laden no vio en su condición de fugitivo razones para renunciar a una guarida con todos los lujos, pero leyó mal los signos de los tiempos, creyendo que en un mundo hiperconectado bastaría hacer unplugged para pasar desapercibido. A Bin Laden quizás le hubiera convenido más la estrategia del ministro D***, el personaje que en el cuento La carta robada, de Edgar Allan Poe, esconde un importante documento de la vista de todos precisamente por haberlo dejado al alcance de la mano.
Claro que no son muchas las personas que están siendo perseguidas por el aparato de inteligencia más poderoso del mundo, pero aquellos que pretenden pasar desapercibidos por no tener cuentas de social media o por usar solo dinero en efectivo, bien pudieran fijarse en el caso de Bin Laden y preguntarse si no están dejando demasiadas trazas precisamente por tratar de no dejar ninguna.