Buscar en la Pulga

31 de octubre de 2010

Change, please

29 de octubre de 2010

Heath Ledger vs. Freddie Prinze Jr.

Las carreras de Heath Ledger y Freddie Prinze Jr. no pudieron ser más distintas. Ledger iba encaminado a construir uno de los currículos actorales más brillantes de las recientes generaciones de actores, hasta que una desafortunada muerte se interpuso, mientras Prinze fue Fred en Scooby Doo y en Scooby Doo 2. Sin embargo, hay un punto de coincidencia entre ambos y es el año 1999, donde Ledger participó en 10 Things I Hate about you y Prinze actuó en She's all That, dos películas típicas representantes de ese subgénero de comedia romántica ambientada en el bachillerato. Tanto Ledger como Prinze, respectivamente, dejaron una escena memorable:




Ambas películas tienen la misma estructura: Por un pago en una, por apuesta en la otra, el galán (Ledger y Prinze) tiene que levantarse a la chica más inaccesible del colegio, la chica a medio camino entre nerd y femme fatale que es completamente inmune a cualquiera de las técnicas de levante que un galán de bachillerato suele aplicar. Por eso, el galán tiene que demostrar que está dispuesto a humillarse por la chica, a la vez que revela que es algo más que una cara bonita. He ahí la razón de ambas escenas y he ahí quizás la razón de ambas carreras.
En esas gradas, Ledger se transformó de una manera poco vista en comedias de bachillerato. El bufón que hay debajo de todo chico malo es dejado en evidencia por esos dos minutos de performance de Ledger, de una manera que anticipaba los personajes atormentados por su imagen exterior que lo llevaron al lugar privilegiado que ocupa en la historia del cine. Por el otro lado, aunque Prinze sale bastante bien librado de su performance, en sus tres minutos no dejó de ser el mismo galán que en el resto de la película, garantizando para sí personajes futuros similares, los cuales no pudo abandonar hasta que se volvió una caricatura de galán en Scooby Doo. Claro que también hubo diferencias de guión que ayudaron a brillar a un actor y a mantenerse encasillado al otro (Mantenerse, porque Prinze ya había hecho las I know what you did last summer). Mientras el personaje de Ledge corre gradas arriba para escapar de los guardias del campus, el de Prinze sale del teatro-bar hablando de sí mismo. Así, Ledger pudo hundir por completo a su personaje en el ridículo porque sabía del impacto que produjo en su chica. En cambio, el personaje de Prinze siguió siendo galán incluso en el ridículo y por eso, cuando camina junto a la chica, va borrando el impacto que pudo tener en ella.

27 de octubre de 2010

20 de octubre de 2010

The Biblical Clash

18 de octubre de 2010

Galería de gente social media: Daniel Pratt

En Diffusion of Innovations, Everett M. Rogers introdujo el concepto de Early Adopters para referirse a aquellos individuos que ante las innovaciones actúan rápidamente para incorporarlas, pero que a la vez lo hacen apoyados en investigaciones comparativas entre tipos similares de innovaciones, lo cual les da una opinión sumamente autorizada para guiar las decisiones de otros individuos un tanto más lentos o conservadores a la hora de adoptar una innovación. La traducción al español del término apenas necesita una foto: la de Daniel Pratt.
Con una capacidad impresionante para estar alerta a las nuevas tendencias en los temas que le son más caros, Daniel se ha convertido en el gurú de mucha gente (entre las cuales me incluyo) que simplemente seguimos las actualizaciones de Afinidades Electivas para conocer el trabajo de los innovadores más importantes del momento, los caminos que está transitando la edición electrónica, o la manera de mejorar nuestros mecanismos y métodos de promoción personal en redes sociales, entre muchos otros.
Como persona social media, Daniel tiene tanta confianza en el poder de las redes que la revista electrónica de su creación, Panfleto Negro (hablando de early adopters, fue creada en 1999), quedó libre de otro criterio editorial que no sea el de sus propios lectores. Hoy día, Panfleto es una tribuna dura, poco complaciente, que toca temas incómodos para mucha gente porque sus lectores-contribuidores así lo quieren. Panfleto es una comunidad autoregulada y las contribuciones y los comentarios mantienen su calidad y pertinencia porque la comunidad de Panfleto trabaja para que así sea, generándose en sus páginas debates que ya quisieran para sí muchas revistas con elaborados y muy cuidadosos criterios editoriales. Junto a su experiencia como exeditor de Panfleto y sus propias investigaciones y reflexiones sobre el futuro de la edición, Daniel ha elaborado un muy interesante trabajo sobre el oficio editorial en la red social, el cual está presentando en diversos foros internacionales.
Por si fuera poco, Daniel, un melómano a carta cabal, cada martes ayuda a ampliar la musiteca de sus contactos en Facebook o en Twitter pues comparte para descargar el tema de la semana. Ser parte de su red es obtener recursos, ideas y beneficios, por eso Daniel es uno de los más importantes miembros de la Galería de Gente Social Media.

15 de octubre de 2010

¿Quién eres?

Apenas terminé de escribir la entrada anterior acerca de lo importante que es hoy en día destacarse más allá de lo que una credencial señala, recordé la escena de esa película que pudo haber sido un clásico de la comedia pero se quedó en mera promesa, Anger Management,con Jack Nicholson y Adam Sandler. Dave, el personaje de Sandler, asiste a su primera sesión con el grupo de terapia para el manejo de la ira y el Dr. Rydell (Nicholson), le hace la que parece una sencilla pregunta: ¿Quién eres?

Lo bueno de una excelente escena en una mala película es que la escena se queda reverberando en nuestra memoria y desde que vi Anger Management cada cierto tiempo recuerdo esa escena y me pregunto si yo hubiera respondido igual que Dave. Probablemente sí, porque en efecto la costumbre es que esa pregunta la respondamos al estilo "soy politólogo y ahora vivo en Chicago" con las diferencias de cada caso. El problema de una respuesta así llega cuando alguien tiene que acordarse de nosotros... "Sí, sí, el politólogo", "¿Cuál?". Responder quiénes somos de una manera que de verdad nos defina y que además sea fácil de recordar para los demás, puede hacer la diferencia a la hora de abrir una puerta.

13 de octubre de 2010

Pero yo tendré el papelito

Hay películas que no me canso de ver, y una de ellas es Good Will Hunting. Son muchos los diálogos y situaciones que me gustan de la película, pero en especial hay una que retrata a la perfección el malestar que está estallando en los tiempos actuales sobre la educación universitaria, sus costos y los beneficios que se obtienen de ella. Es, por supuesto, la escena del bar, donde Will pone en su sitio al estudiante de Harvard. Cuando Will se burla porque el estudiante paga decenas de miles de dólares en una educación que podría obtener en la biblioteca pública, el otro apenas es capaz de responder: "Pero al menos tendré un título".


De todas las razones para estudiar en Harvard o en cualquiera de las universidades más prestigiosas del mundo, la más triste es pensar que al final se obtendrá un papelito, como si todo se redujera al trámite burocrático. De hecho, esa reducción a mero trámite es en buena medida lo que produjo la explosión de estudios universitarios y cursos de posgrado de toda índole, con los que la gente acumula credenciales para poderlas presentar en una oficina de RRHH. Algunas credenciales tienen más peso que otras, qué duda cabe, pero eso está en el papelito, no en la persona que lo presenta. Y cuando se gastan miles de dólares y se tienen deudas impagables para obtenerlo, no parece justo que pidan algo más que el papelito. Sin embargo, en estos tiempos donde hay abundancia de todo, en especial de papelitos, para destacar hay que actuar precisamente como si el papelito no importara. Porque de hecho, lo que siempre ha importado es la persona. No sólo el éxito profesional sino la satisfacción personal están en ser capaces de contar nuestra historia sin convertirla en una lista de credenciales. No en balde, Harvard y las demás universidades de prestigio hacen mucho punto en presumir de sus egresados con nombre propio. Son esos egresados los que le dan prestigio a Harvard y no al revés.

12 de octubre de 2010

Trojan's Arc

8 de octubre de 2010

Trojan Centipede

6 de octubre de 2010

Vila-Matas y las posibilidades

Cada libro de Enrique Vila-Matas es un campo abierto de posibilidades. En el reciente Dublinesca, no fueron pocas las preguntas que como juegos literarios saltaban de mi cabeza conforme iba leyendo. Por ejemplo, descubrir cuáles de los autores que aparecen en el texto son apócrifos y cuáles no, sobre todo después que se dijera de Riba, el personaje del libro, que "se interesa sólo por escritores que al menos me suenan; los otros siempre sospecha que son inventados". ¿Debo sospechar que Vila-Matas inventó a los escritores que nombra y no me sonaron? En todo caso, Dublinesca se convierte en una invitación para descubrir nueva literatura, logro que siempre alcanza Vila-Matas, al menos conmigo.
Pero de los numerosos escritores que aparecen en el libro, ¿cuándo son verdaderos y cuándo personajes? La cena en casa de Paul Auster que Riba comenta en varias ocasiones, ¿qué tanto hay de verdad en ella? ¿Alguna vez visitó a Auster un editor español que contenía sus bostezos y al cual Auster le hizo un comentario que no pudo comprender? Si ese editor existe y somos capaces de reconocerlo, ¿estaremos ante el último editor literario?
Hablando de ese último editor literario y el fin de la Galaxia Gutenberg, ¿cuánto de hipótesis, cuánto de convicción, cuánto de efectismo hay en la idea de que el recorrido que va de James Joyce a Samuel Beckett es el mismo que hay de Gutenberg a Google? No soy un lector lo suficientemente bueno como para poder seguirle el paso a semejante comparación entre Joyce y Beckett, ¿le fallé, entonces, a Vila-Matas? Después de todo, asevera que "las mismas habilidades que se necesitan para escribir se necesitan para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores les fallan a los escritores cuando sólo buscan en éstos la confirmación de que el mundo es como lo ven ellos...".
Y como soy un lector fallido, un detalle muy menor del libro me tiene completamente intrigado: Tres veces se menciona que Riba anota frases en un documento de World. Sí, no Word sino World. ¿Vila-Matas usa documentos World en vez de documentos Word así como yo uso documentos de OpenOffice en vez de documentos de Office? ¿Se trata de un inexplicable error de edición? ¿Hay algún tipo de toma de posición contra Microsoft o se trata de todo lo contrario, la aceptación de que quien controla el soporte del documento de alguna manera es creador y dueño del mundo de la palabra?
Como ves, me encanta leer a Vila-Matas por todas las posibilidades que me suele dar con sus libros.

2 de octubre de 2010

I'm latin, of course I speak Latin!

Después de mostrarme sus pocos conocimientos de español, esta persona me confesó con arrepentimiento que tuvo la oportunidad de estudiar español en High School, pero cometió el error de escoger Latín y con el tiempo descubrió que "Nobody speaks Latin!"--por desgracia para él, la calificación de lengua muerta no es gratuita, suele ganarse a pulso o más bien a falta de pulso de los hablantes.
Pero yo cuestiono no a un estudiante sin idea sino a un sistema escolar que le permite a ese estudiante ingresar a una clase de Latín con la expectativa de que actually, he is going to speak with people. Latin people doesn't speak Latin debería ser el lema de esos cursos.