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19 de febrero de 2009

Teclado de tipos móviles

Traje a Estados Unidos una laptop con el teclado en español, es decir, tiene una tecla exclusiva para la letra ñ y otra para las tildes, por lo que los acentos se ponen sin necesidad de apretar simultáneamente combinaciones de teclas. En el trabajo uso una Mac con teclado en inglés, por lo que las tildes las coloco apretando la manzanita simultáneamente con la tecla e y luego aprieto la tecla de la letra que quiero acentuar; para la ñ es lo mismo pero tecleo manzanita y n al mismo tiempo y luego vuelvo a apretar la n para que aparezca la ñ en pantalla. En la academia donde doy clases de español suelo revisar mi correo y hasta escribir alguna entrada para el blog si llego con suficiente antelación a las clases. Ahí, la computadora es un viejo PC de esos donde es imposible escribir tildes a menos de que vaya a Word y utilice la función de agregar símbolos. Lo que suelo hacer, no tengo idea si es lo más práctico o es una estupidez pero me ha funcionado, es agregar sucesivamente áéíóúüñ, copiarlas como si fueran una sola palabra y luego cuando necesito alguna de las letras pego y borro el resto.
Cada cambio de computadora significa entonces un cambio en el ritmo de escribir, en la posición frente a la máquina, en los movimientos de los dedos, en la velocidad de tecleo. Me gusta imaginar que eso influye también en lo que escribo, en el ritmo de las palabras, en el largo de las oraciones, en la escogencia de los párrafos y palabras, también en la variedad de temas. Pero el verdadero resultado de este continuo cambio de disposición de las teclas es que los primeros cinco o diez minutos de sesión en cada computadora suelo cometer errores de recuerdo, que es como me gusta llamarlos. Una palabra escrita con 'a en vez de á o con cualquier símbolo raro en vez de ñ o ventanas o funciones que se abren misteriosamente y que me llevan a que envíe un correo electrónico cuando apenas he escrito la mitad del contenido o que lo escrito aparezca en negritas y centrado aunque el título había sido escrito tiempo atrás.

18 de febrero de 2009

Saramago, el hombre duplicado

Solemos convertir a los escritores en especies de faros de la sabiduría de las sociedades, aunque son muchos los que ejercen la tarea con saña, alevosía y desparpajo, porque opinan de cualquier tema, de cualquier lugar, con información o sin ella y disfrazando de reflexión argumentada y sustentada lo que muchas veces solo es producto de sus preferencias y prejuicios.
Así, vemos cómo sin solución de continuidad, un día José Saramago opina sobre el uso del voto de los venezolanos para convertir a Hugo Chávez en amo y señor absoluto del país como quien le da consejos a un muchacho y le alerta amistosamente sobre los riesgos de ser en exceso poderoso, pero con la seguridad de que su consejo en realidad no hace falta, y al otro día José Saramago despotrica de los italianos que con su voto han convertido a Berlusconi en amo y señor absoluto de Italia, exigiendo se le rindan cuentas porque el escritor se siente ofendido en su amor por Italia y haciendo votos porque haya un revulsivo que despierte a lo mejor de la sociedad italiana para la acción cívica.

17 de febrero de 2009

Manos libres

Ella sufre de una enfermedad muy común: es ególatra hasta el punto de creer que no vale la pena conversar con otra persona más que consigo misma. Por eso la puedes ver por ahí siempre hablando sola, con gestos grandilocuentes de persona en exceso segura de sí; habla como si estuviera dando órdenes o sentando cátedra y se calla como quien escucha a un premio Nobel. Pero nadie la cree loca, ella es demasiado ególatra para permitir siquiera el asomo de esa posibilidad, de esa duda. Para evitar la censura de los demás y hasta lograr su respeto y admiración, siempre lleva en el oído un aparato de manos libres que le da ese aire de ejecutiva demasiado importante como para dejar el trabajo en la oficina, aunque al único sitio que el aparato está conectado es a su yo interior.

16 de febrero de 2009

Su alteza el Presidente

Los partidarios de Hugo Chávez vivirán las consecuencias del proyecto político del Presidente cuando este deje la presidencia y se encuentren con lo difícil que será ponerle algún límite al accionar de un mandatario al que adversen. Porque de eso se trata el proyecto político del Presidente: eliminar todos los límites a la acción de la Presidencia de la República. Desde la Constitución de 1999 se sentaron los primeros pasos de lo que con la decisión tomada ayer por el electorado constituye un mismo hilo político: el convertir la Presidencia de la República en una Presidencia Imperial. El último límite, que la gestión presidencial tenga fecha de caducidad, fue borrado ayer. Ahora, el Presidente podrá dedicar su periodo presidencial a continuar en el poder hasta que el cuerpo aguante. Claro que no necesariamente esto suceda, un presidente puede perder una reelección. Pero la institución de limitar la posibilidad de reelección pretende que el poder no se dedique solamente a buscar el aumento o la continuidad de su poder, o que ese aumento o continuidad no sean su principal objetivo.
Ya el Presidente se declaró precandidato electoral para 2012. Bienvenidos al peor de los regímenes: el presidencialismo en campaña electoral permanente.

El pueblo, el que todo lo puede

En un país dividido políticamente como Venezuela, la importancia de la campaña electoral es menor, porque son muy pocos los que dejarán de lado sus posturas iniciales gracias a los argumentos expresados en un afiche, en un comercial, en una canción escuchada invasivamente en el transporte público. Pero cuando las diferencias entre el ganador y el perdedor en un evento electoral rondan el millón de votos en un electorado de quince millones, entonces hay que poner el ojo en los pocos que sí son susceptibles de cambiar de opinión tras las persuasiones y disuasiones que entran en juego en la campaña electoral.
Mucho se dijo del elemento disuasivo de la campaña gubernamental, abusiva e intimidatoria a favor de la opción del Sí en el referéndum que ayer se resolvió con la aprobación de una enmienda que elimina los límites a la reelección de representantes en los cargos de Presidente, Gobernador y Alcalde de la República. Pero se ha dicho poco, o al menos yo leí poco, sobre la forma débil como se contestó al elemento persuasivo principal: que la reelección indefinida es una ampliación de los derechos del pueblo porque el pueblo puede premiar con ello al buen gobierno con tantos periodos como el pueblo y el gobernante decidan. A ese argumento apenas se contestó con una frase de Bolívar demasiado manida como todas las frases del Libertador por tantos años de uso, de repetición automática y de descontextualización del que ha sido víctima el pensamiento del Padre de la Patria.
Pero lo cierto del caso es que la doctrina, y la retórica que la acompaña, que ve en el Pueblo una entidad que no acepta cortapisas ("La voz del Pueblo es la voz de Dios" es una de las frases favoritas de nuestro Presidente) ha calado tan hondo en el venezolano que sin saberlo se dio cuenta de que los límites al periodo presidencial es una institución de la democracia liberal, por lo que el argumento que la sustenta es débil o vacío frente a la democracia del pueblo sin límites. Porque se limita el periodo presidencial para proteger al pueblo de sí mismo, de que se acostumbre a ser mandado como dice la cita de Bolívar, para protegerlo de que cometa errores demasiado graves al elegir. Cuando el pueblo es el vocero de Dios no hay error posible y por eso fue bastante cuesta arriba argumentar contra la elección indefinida sin partir de la premisa de la que parte el límite a la reelección: el pueblo se equivoca y puede persistir en su error (incluso conscientemente, vía políticas populistas en años electorales), por eso hay que limitar el número de veces que el pueblo puede equivocarse con el mismo gobernante. Nadie en Venezuela (y quizás nadie en ningún lugar, pero no me ocupo de eso ahora) puede decir algo así y esperar tener algún éxito electoral.

Venezuela trividida

Del referéndum inconstitucionalmente celebrado ayer en Venezuela, me queda como conclusión que Venezuela está estancada en su división, una división en tres pedazos más o menos iguales donde el mayor lo representan los partidarios del presidente Hugo Chávez; el segundo los que simplemente no quieren nada con la política; y el tercero y minoritario, el de los opositores al régimen de Hugo Chávez. No son tres pedazos monolíticos, al primero le cuesta convocar a sus miembros cuando la figura de Chávez no está directamente involucrada en el objeto de la convocatoria; el segundo no tiene expresión electoral y por ello su peso político se diluye y se menosprecia; el tercero es una sumatoria caótica de rechazos al Presidente y posturas políticas disímiles que no termina de tener una identidad clara y por ello suele comenzar todo proceso electoral en desventaja. Elección tras elección el escenario de esa división cambia. En 2007, la oposición fue mayoría por primera vez, evitando una reforma constitucional mucho más grave que la que ayer se consumó. En 2008, al tratarse de unas elecciones regionales los bloques se comportaron de acuerdo a la región y aunque en la suma total de votos y en la cantidad de cargos se impuso el bloque mayoritario, también es cierto que perdió o no recuperó el control de regiones clave del país. Ayer, la mayoría siguió siendo mayoría y al tratarse de un evento nacional se lo llevó todo. El año que viene, en las elecciones parlamentarias probablemente volvamos a tener una Asamblea Nacional más parecida al país y no una monocolor producto del abandono de las elecciones que la oposición realizó en 2005. Con ello, tendremos una Asamblea menos dispuesta a avalar cualquier capricho del presidente Chávez, entre ellos cualquier cambio a la Constitución que no cumpla con los mínimos requisitos.

13 de febrero de 2009

Me opongo, luego existo

Lo malo de definirse como Oposición es que puede traerte conflictos como los que llevaron a Javert al fondo del Sena. Los venezolanos hemos visto mucho de ello en estos últimos diez años, pero en Estados Unidos en el Partido Republicano comienza a verse esa especie de estrategia de mosca frente a un vidrio que es ser oposición a como dé lugar.
El presidente Obama tenía suficientes votos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado para que le aprobaran su plan económico especial. Sin embargo, el Presidente se empeñó en que un plan de esa magnitud y con un objetivo como el de rescatar la economía estadounidense de la crisis en que se ha sumido, tenía que ser un plan bipartidista. El voto republicano, que hasta el momento en que Obama habló de bipartidismo era absolutamente irrelevante en el Congreso, de pronto adquirió importancia y como buenos opositores los republicanos supieron exactamente qué hacer: el esfuerzo del Presidente por un plan bipartidista se saldó con cero votos republicanos en la Cámara de Representantes y tres votos en el Senado. Sí somos oposición, pudiera ser el nuevo eslogan del partido.
Por si fuera poco, el senador republicano Judd Gregg anunció que declinaba su postulación al cargo de Secretario de Comercio luego de haberla aceptado inicialmente, tomando completamente por sorpresa a la administración Obama. Uno de los argumentos de Gregg para recular fue que se dio cuenta que de aceptar el cargo dejaría de ser él mismo.
Claro que todo lo adornan con principios fundamentales del republicanismo como recortes de impuesto a los negocios y un aparato estatal pequeño, pero por sobre todos los principios está la necesidad de definirse pronto, en las primeras de cambio de la administración Obama, como la Oposición a esa administración, cosa difícil si se acompaña el plan de rescate de la economía nacional o se le brindan nombres importantes al entorno presidencial.

12 de febrero de 2009

Fetiche revolucionario

La revolución venezolana es fetichista. Tiene un fetiche con los referendums. Ese fetiche puede haber nacido porque en pocos momentos el presidente Chávez ha sido tan exitoso como en los referendums. Si bien perdió el de 2007, cosa que le enredó más de lo esperado su papagayo de delirios de grandeza, también es cierto que del referéndum revocatorio de 2004 y del referéndum aprobatorio de la Constitución de 1999 salió más poderoso que nunca. El domingo Venezuela se enfrenta a otro referéndum sacado de debajo de la manga del Presidente. Tal vez Chávez gane su propuesta y el fetiche por los referedums continúe, tal vez pierda y se le comience a quitar esa fascinación por la pregunta, por el Sí y No y por el día después del referéndum, como si el que ganara su opción fuera suficiente para que la oposición desapareciera y la revolución fuera para siempre, con Chávez inmortal y todo -que el silogismo no engaña: si Chávez es condición necesaria para la revolución y la revolución es para siempre, entonces Chávez tiene que ser para siempre o la revolución terminará tarde o temprano.
Pero tanta parafernalia para cambiar la Constitución vía referéndum luce un poco ridícula cuando el régimen no ha hecho sino cambiar la revolución por otros métodos; el principal: a través de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Y como el fetiche se alimenta de maneras extrañas, el fetiche de la revolución por los referendums para aprobar cambios constitucionales se alimenta de los cambios constitucionales que el Tribunal ha hecho vía sentencias de la Sala Constitucional. La más reciente, la que ratificó el derecho de Chávez a convocar a este referéndum y de volver a convocarlo si pierde el domingo, a pesar de lo que dice la Constitución al respecto.La más importante, la que le permitió ganar el referéndum revocatorio a pesar de que la opción de que saliera de la Presidencia de la República cumplió con los requisitos que la letra constitucional todavía expresa, requisitos que no fueron suficientes porque a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo le pareció que el Constituyente al escribir la Constitución no había querido decir lo que está escrito sino lo que la Sala sentenció.
Si pierde el domingo, el Presidente tal vez trate que sea la Sala Constitucional quien le permita permanecer en el poder como él se ha imaginado: hasta que el cuerpo aguante. Después de todo, fue la Sala Constitucional la que en 2004 le permitió que permaneciera ahí.

11 de febrero de 2009

De José Canseco a Alex Rodríguez

En 1988, Ben Johnson corría más rápido que nadie hacia el desprecio público y la ignominia. Mientras tanto, José Canseco jugaba la temporada de ensueño, convirtiéndose en el primer jugador de la historia de las Grandes Ligas que conectaba 40 jonrones y se robaba 40 bases en una misma temporada. No sé si alguien hizo la conexión Johnson-Canseco en aquel momento, pero seguro no la hicieron quienes tenían derecho a votar por el premio al Jugador Más Valioso de la temporada, honor que Canseco recibió por decisión unánime. Era muy difícil poner dudas sobre Canseco en aquel entonces: novato del año en 1986, MVP en el 88, asistía a su primera Serie Mundial ese mismo año, la ganaría en 1989 como miembro de los Atléticos de Oakland, que también contaban en sus filas con otro pelotero, novato del año en 1987, que igual que Canseco tenía más cuerpo de fisicoculturista que de beisbolista: Mark McGwire. La verdad sea dicha, Canseco en ese entonces se había convertido en el nuevo prototipo del pelotero: con poder, rápido, fuerte, a pesar de que la fragilidad era parte de esa estampa (ya en 1989 apenas pudo jugar 65 juegos de la temporada regular por una lesión y desde entonces sufría dolencias crónicas en la espalda) y aunque en la misma serie de campeonato de 1988, el público de Fenway Park en Boston gritaba ¡Esteroides! ¡Esteroides! cada vez que Canseco tomaba un turno. Pero todos querían ser como Canseco, por qué no entonces utilizar lo que utilizaba Canseco para ser así. Según su propia confesión, Canseco comenzó a tomar sustancias para mejorar su rendimiento en 1985. No fue el primero en hacerlo, seguramente, pero a finales de los ochenta y principios de los noventa era el ejemplo a seguir, el modelo del pelotero ideal. Durante los años 90, el béisbol convivió con los esteroides de una manera vergonzosa y quién sabe cuánto de culpa tuvo la figura de Canseco en ese resultado.
Con el tiempo, Canseco fue cayendo en desgracia entre la gente de béisbol y los fanáticos, pero no por el asunto de los esteroides sino por las que quizás fueron sus secuelas: escándalos en su vida privada siempre acompañados de comportamiento agresivo, y en su vida de pelotero constantes y largas visitas a la lista de incapacitados y periodos de juego realmente mediocre (incluyendo un jonrón del venezolano Carlos "el café" Martínez que se fue del campo luego de rebotar en la cabeza de Canseco).
No fue sino hasta 2002 que las Grandes Ligas inició una política contra el uso de los esteroides en el béisbol. Demasiados años pasaron entre 1988 y 2002 como para que el béisbol no quedara dañado por largo tiempo. Tanto, que hoy es fácil cuestionar esa política porque no incluye otras sustancias como la hormona de crecimiento humano de la cual también hablaba Canseco y de la que hay fuertes evidencias que formaba parte de la "receta" que se aplicaba Barry Bonds.
De mentiroso, delator, exagerado, chismoso y de estar desesperado por recuperar su vieja fama fue tildado Canseco cuando en 2005 publicó el libro donde confesaba que su carrera fue químicamente construida. Pero poco a poco, todos los señalados por Canseco como consumidores han terminado siendo confirmados directa o tácitamente: McGwire, Jason Giambi, Rafael Palmeiro, Iván Rodríguez, entre otros. Por eso Canseco sacó otro libro, Reivindicado, que salió a la venta el año pasado y que no tuvo casi repercusión, entre otras cosas porque la gente creía que Canseco ya no tenía más nada que decir. Una de las cosas que dijo fue que otro consumidor de esteroides era Alex Rodríguez. Esta semana, Rodríguez ha sido la gran noticia del béisbol por el reportaje y la posterior confirmación por parte del jugador de que había sido consumidor de esteroides. Vuelve a comprobarse un dato aportado por Canseco que nadie quiso dar por verdadero, entre otras cosas porque Alex Rodríguez estaba siendo vendido como el jugador que limpiaría el libro de récords tras los asteriscos que hay que ponerle a los números de Bonds, Roger Clemens, McGwire, Sammy Sosa, Palmeiro, pero ahora Rodriguez necesita su propio asterisco.
La era de los esteroides simplemente acabó con la fascinación del béisbol por su propia historia, porque ya los números de los peloteros no significan nada.

7 de febrero de 2009

Secretos


Leyendo este secreto colgado en Post Secret, no sé, pensé que bien pudo haber sido escrito por nuestro presidente Chávez.

6 de febrero de 2009

Mi primera Serie del Caribe

No, no es la primera porque no he ido nunca a una, sólo las he seguido por televisión. Y tampoco es la primera que sigo por televisión, todo lo contrario... cortesía de la compañía de cable local no he podido ver ningún juego. Pero esta es la primera vez que sigo una Serie del Caribe sin estar rodeado por pasiones o frustraciones unánimes. Tuve que estar en Estados Unidos durante una Serie del Caribe para poder tener de cerca a gente ligando por los otros equipos. Por suerte, los Tigres de Aragua están de primeros y he podido enrostrarle los resultados a los dominicanos, puertorriqueños y mexicanos con que trabajo. Ligo que esta noche vuelva a ser así y disfrutar de lo que es ser Campeón del Caribe viéndoles las caras a los dolientes de los otros bandos.

5 de febrero de 2009

Periodismo ciudadano

La noticia la leo en Noticias24, es historia repetida si se quiere, pero nunca menos horrorosa: un nuevo crimen a lo Fuenteovejuna pero sin Lope de Vega que lo cante. La novedad la pone la versión periodismo ciudadano que se desprende de la foto:

¿Llegarán a nuestras redes las nuevas fotos del cádaver calcinado? Y si llegan, ¿cómo lo harán? ¿Cómo crónica personal de los eventos o como una presentación de power point para alimentar curiosidades?

2 de febrero de 2009

La fragilidad de la esperanza


Me gustó demasiado esta foto que publicaron en Arrested Motion y que sin querer o queriendo retrata a la perfección los tiempos por los que está transitando el nuevo presidente de los Estados Unidos.