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7 de junio de 2006

Comala

No sé si la ausencia es temporal o si la librería www.comala.com desapareció para siempre. Si es lo segundo, me siento parte de su fracaso. Fui uno de los que utilizó su servicio de publicaciones por demanda para sentirme un poco más serio, más profesional en el asunto de escribir. Apenas leí la novela en formato de libro y no en hojas recién salidas de mi impresora, supe que no debí haberla publicado. Pero no fui tras los dos o tres, máximo cuatro, ejemplares que circularon por ahí, ni tampoco le envié un mensaje a Comala para que dejaran de ofrecer el libro; y reciente e inesperadamente me dio por poner un enlace en éste y en mi otro blog a la página del libro en Comala, enlace que ya eliminé pues llevaba a la nada. Ahora que nadie podrá encontrarse con mi llena de fallas primera novela, siento una especie de ratón que contrasta con mi absoluta certeza de que es mejor que nadie más la lea. Siento, luego me contradigo, habría podido decir Descartes.

En estos días, en Libreros han estado escribiendo sobre la destrucción de libros y sobre la desaparición de librerías. ¿Vale lo mismo para librerías virtuales? ¿Para libros que desaparecieron antes de siquiera haber sido impresos?

4 de junio de 2006

El Mundial

En momentos como éste siempre recuerdo a Seinfeld, cuando en una de sus rutinas comentaba cómo no había sensación más extraña y más frustrante que estar viendo el comercial de un producto mientras se utiliza o consume ese producto. Supongo que lo mismo podremos decir del Mundial una vez que comience el torneo. Por más que Ronaldinho la dibuje contra Australia, que Henry le dé chocolate a los suizos, o que Lampard saque de la cancha a los paraguayos, las cosas que hagan siempre serán menos impresionantes, menos intensas y más aburridas que las que hacen en los comerciales de Nike, de Gatorade, de Pepsi, de Panelas de San Joaquín. Cuando comience el torneo y los partidos duren 90 minutos, con mucho saque de banda y balones retrasados, con equipos que juegan a no perder, con marcas asfixiantes que saquen de sus casillas a alguna estrella, con equipos favoritos que juegan mal y equipos que ganan sin que estemos seguros por qué, el fútbol volverá a parecerse al fútbol.