Buscar en la Pulga

30 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (y XVII)

V: No puedo quejarme. Mi hijo se ha portado bien, creo que en el fondo se siente algo culpable, pero bueno, sus visitas me traen calma, me mantiene al día sobre sus cosas y de vez en cuando me da alguna noticia del resto de la familia y del mundo. Mi otro hijo no ha venido, quizás su madre lo ha influenciado. De ella no espero nada, por supuesto, y tiene toda la razón, fue la que peor la pasó en este asunto, pude llegar a dañarla seriamente. Parece que es feliz, tiene novio y por si fuera poco ya obtuvo el divorcio. Alegó mi incapacidad mental y viento en popa. No sé cuánto tiempo dure en este lugar. El psiquiatra me ha dicho que he mejorado mucho, que necesitaba descanso y que desconectarme de mis rutinas es una terapia que está dando resultados. Pero teme mi reacción al volver a la rutina, sobre todo si me rencuentro con mi yo virtual. Allá veremos. Por lo pronto no estoy interesado en volver a estar en línea. Aquí igualmente puedo ser otro cuando yo quiera y las consecuencias de ello no serán otras que alargarme la estadía, cosa que no me molestaría en absoluto.

El Asesinato del Avatar (XVI)

E: Espero que tenga remedio. Dos días esperando que se conectara y nada, seguro creyó que mi ausencia había sido contra él. Le mandé un correo, no me contestó. Le mandé otro citándolo en el msn a esta hora. Tiene un minuto de retraso. ¿Aparecerá? ¿No aparecerá? ¿Aparecerá? Parezco una adolescente, o peor, una niña deshojando la margarita. Dos minutos de retraso. Tal vez esté indeciso, tal vez tenga problemas de conexión, tal vez... ¡C!

El Asesinato del Avatar (XV)

D: Resulté peor como investigador que como avatar. Un quinceañero, un carajito me manipuló y engañó hasta tal punto que lo descarté completamente como sospechoso. Y estaba a punto de torturar a un tipo para que confesara una cosa que no sé si es un crimen mientras en la habitación de al lado estaba la víctima del crimen que sí cometió y el cual yo ni me imaginaba. Qué desastre. Soy un verdadero desastre. Pero igual A me busca, quiere que lo ayude a encontrar a sus fantasmas virtuales y está dispuesto a pagarme una buena cantidad de Linden Dollars por ello. Ya sé que en la vida real no soy ni Sherlock Holmes ni el Padre Brown ni nadie por el estilo, pero en la otra vida quién sabe, todavía tengo la oportunidad. Sí, A, te voy a ayudar, encontrémonos en las carreras de autos y conversemos. Tal vez termine hasta creando una agencia de detectives virtuales.

Tres noticias

La semana pasada conocimos tres informaciones que en conjunto revelan un muy oscuro panorama de la economía venezolana. La primera, que Venezuela ocupó el lugar 172 de 178 posibles en el ranking realizado por el Banco Mundial de países para hacer negocios. El estudio evaluó "diez aspectos elementales del ambiente económico como el tiempo y esfuerzos requeridos para iniciar un negocio, obtener licencias, requerimientos legales para emplear trabajadores, registro de propiedad, acceso al crédito, protección al inversionista, pago de impuestos, comercio exterior, realizar contratos y cerrar negocios". El puesto de Venezuela pasó medianamente desapercibido, no así el de otro estudio que sí suscitó reacciones.
Según Transparencia Internacional, Venezuela ocupó el puesto 162 de 179 posibles en su índice de percepción de la corrupción. La reacción del Contralor General de la República, Clodosvaldo Russián, fue desestimar el informe y denunciar que Transparencia Internacional tiene una campaña de desprestigio contra Venezuela. Lo cierto del caso es que el retroceso de Venezuela en el primer ranking fue de 8 puestos (había retrocedido 20 el año pasado con respecto a 2005) y en el segundo de 21.
La tercera información, es un ejemplo del por qué de ambas posiciones y de las consecuencias de las mismas. La OPEP disminuyó la cuota de producción de Venezuela en algo así como 800 mil barriles diarios, ubicándola en 2,47 millones de BB/diarios. Venezuela está catalogando la información como un error que cometió el staff de la OPEP, veremos si esto termina siendo confirmado, pero la cantidad de BB/diarios anunciada coincide en demasía con informaciones de diversas fuentes que señalan la disminución de la producción y peor aún, de la capacidad de producción de Venezuela, por lo que la medida de la OPEP, incluso tomando por cierta la versión de que se trata de un error, parece producto de hacerse eco de las cifras que circulan por el mundo y no las que da Venezuela. Porque el problema es que cada vez se cree menos en las cifras de Venezuela, un país con uno de los peores climas para hacer negocios del mundo y con los índices más altos de percepción de la corrupción, que maneja su industria petrolera a través de la misma persona que la tiene que controlar. ¿Cómo creer en las cifras que el Presidente de PDVSA le reporta al Ministro de Energía y Petróleo si ambos son la misma persona?
Este modelo de gestión de los dineros públicos, donde el controlado y el controlador son la misma persona, lejos de considerarse nefasto para los intereses del colectivo va rumbo hacia su profundización, pues la reforma constitucional propuesta por el presidente Chávez, entre otras cosas, coloca la organización y administración de la Contraloría General de la República bajo la competencia del Poder Público Nacional y le quita toda autonomía al Banco Central de Venezuela. Así, cuando el Presidente de PDVSA le diga al espejo Ministro de Energía y Petróleo cuánto produjo la industria petrolera nacional, éste solo tendrá que avisarle al Presidente de la República quien ordenará al Banco Central cuántos bolívares imprimir. Propongo de una vez que se nombre a Rafael Ramírez, actual Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, Presidente también del Banco Central de Venezuela para hacer menos burocrático el mecanismo.

29 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (XIV)

H: No siga, que mi papá no va a decirle nada.
V: Qué bueno que estás aquí, este tipo está loco.
D: ¿No va a decirme nada?
H: Yo soy W.
D: ¿Qué? No puede ser.
H: Mi papá está enfermo.
V: ¿De qué hablas?
H: Cuando entraba en Second Life no podía detenerse, tenía que probarlo todo.
D: Conozco el sentimiento.
H: Pero él después lo olvidaba; como en La Máscara, esa vieja película de Jim Carrey, ¿usted la vio? Second Life era la máscara de mi papá, hacía desastres y después no recordaba nada.
D: ¿Y las carreras, el sim del circuito de fórmula 1?
H: Eso era el comienzo, era como el calentamiento, los primeros shots de tequila, al cuarto o quinto, blackout.
V: Eso es mentira.
H: ¿Dónde está mamá?
V: No ha llegado, está visitando a tu abuela.
H: Está amarrada en la habitación de al lado.
D: ¿Qué?
V: ¿A dónde va?
D: A comprobarlo, y a llamar refuerzos.
H: Cuando decidí sacarte de Second Life pensé que esto podía pasar y por eso vine a pesar de que me diste permiso, por fin, para irme a la playa con mis panas.
V: ¿Y cómo lo hiciste?
H: Fácil, creé a W, te espiaba mientras estabas en línea y hacía login para aparecer en las carreras cuando tú estabas llegando al blackout, así me relacionaba contigo pero difícilmente te acordarías de mí. Cuando ya me tenías suficiente confianza, justo antes de que comenzara tu ataque te mandé el mensaje y te desconecté.
V: Me arruinaste mi vida.
H: Tú la nuestra, eso es 3 a 1, eres más culpable que yo.

28 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (XIII)

V: ¿Quién es?
D: Soy yo, D. Quiero hablar con usted.
V: ¿Y tenía que venir hasta aquí? Existe el teléfono.
D: Tiene que ser en persona.
V: Está bien, suba.

V: ¿Qué quiere?
D: La verdad.
V: Ya le he dicho todo.
D: Todo no. No me ha dicho nada sobre W.
V: ¿Sobre quién?
D: Sobre W.
V: No tengo ni idea de quién es ese.
D: Me parece extraño, porque los avatares incluso lo suelen confundir con usted.
V: ¿Alguien robó mi identidad? ¿Tiene alguna pista?
D: Todas las pistas conducen a usted.
V: ¿A qué se refiere?
D: ¿Quién es W? ¡Dígame!
V: ¡No sé de qué me está hablando!
D: ¿Quién es W?
V: ¡Déjeme en paz!
D: ¡Dígamelo! ¿Quién es W?
V: ¡Déjeme! ¡Déjeme en paz! Váyase, por favor, no vuelva, déjeme en paz.
D: Confiéselo: W es usted.

27 de septiembre de 2007

Lluvia

La banda venezolana La Misma Gente nos regaló una canción que con el paso del tiempo ha terminado siendo uno de los temas más importantes del rock venezolano, Lluvia. La canción fue grabada en 1983 y cosas de la industria discográfica y de la radiodifusión nacionales, terminó convertida, al menos para mí, apenas en una estrofa que acudía a mi garganta de vez en cuando, Cuando llueve no es que llueve/Es que Dios aprende a llorar/, hasta ahí, era lo único que recordaba del tema hasta que me aboqué a buscarlo hace unos años vía P2P y páginas web.
Al conseguirla, no solo volvió a ocupar un sitial de honor en mi cancionero personal, sino que, como las grandes obras de arte, adquirió una nueva dimensión, tal vez completamente insospechada por sus autores: Ya los deslaves de 1999 habían pasado y al escuchar las últimas estrofas de la canción no podía dejar de pensar en ellos, como si Lluvia hubiera sido una especie de premonición: Es la lluvia de la calle/lluvia sobre mi ciudad/Lluvia que tumba los cerros/lluvia que me enterrará/Es la lluvia de la gente/lluvia de mi soledad/.
Hace alrededor de un año, la banda Hora Cero grabó una nueva versión de Lluvia, rindiéndole el honor que merece pues con ella abre su disco Fusil, un recorrido por las bandas y temas que le han dado forma a la música pop-rock venezolana.
Recientemente, quemé ambos temas en un disco para oírlos seguidos y no solo disfrutar la canción por partida doble sino para poder comparar ambas versiones. La original, más balada rock, más dramática en su musicalización; la versión, de ritmo si se quiere más alegre, más pop. Y quizás por eso, en la versión se cambian dos cosas de la letra que me hacen preferir la original. La primera, en el momento en que se le hace una sentida petición a la lluvia: Lluvia dile lo que yo no sé decir/, la versión termina en el yo, tal vez intentando transmitir la sensación de que ni siquiera se puede terminar la frase, pero dejándola demasiado abierta. La segunda, la eliminación de toda la estrofa que escribí más arriba, tal vez considerando que esa estrofa desvía el tema de la canción, porque habla de la lluvia en forma si se quiere genérica y no de la lluvia mensajera de un estado de ánimo particular. O tal vez para evitar que esta versión tenga las remembrazas que la original pudo haber adquirido después de 1999. Si tuviera la oportunidad, le preguntaría a Hora Cero la razón de ese cambio.

25 de septiembre de 2007

Eccentric Tours

Ser rico y famoso debe ser difícil. No es que reniegue de ello, creo que me gustaría vivir las dificultades de ser rico y famoso, pero sin duda debe ser muy exigente, complicado y cansón. Por ejemplo, debe ser bien difícil decidir dónde vacacionar, dónde ir a tomarse tres días de descanso o tres días de romper la rutina, tres días diferentes, completamente distintos. Porque el meollo del asunto está en que si eres rico y famoso no puedes hacer lo que cualquiera hace, siempre tienes que ir a un lugar bien exclusivo o imponer una moda o romper un esquema o asombrar a la audiencia con tus decisiones. Y en estos tiempos donde hasta las aventuras más extremas parecen actividades de masas, encontrar lo original, lo que despierte la atención e interés de otros ricos y famosos, lo que los derrote en esa eterna competencia por ver quién es más rico y más famoso y más interesante, se vuelve una tarea harto complicada.
Por eso hay ricos y famosos queriendo viajar al espacio, hay ricos y famosos que se compran equipos deportivos y hay ricos y famosos que visitan la revolución bolivariana.
Kevin Spacey acaba de engrosar la lista de estrellas de Hollywood que vienen a visitar no Venezuela sino la Revolución, el Proceso y por supuesto al líder único del mismo, a su comandante, al presidente Hugo Chávez Frías.
Yo imagino que la cosa funciona un poco así: en Beverly Hills, el sitio más importante de la maquinaria ideológica del capitalismo, se encuentran Danny Glover, Sean Penn y Kevin Spacey; los dos primeros comentan sus viajes a Venezuela, este lugar donde hay una revolución en marcha, a revolution is rollin', donde hay un líder que sí tiene cojones, que le canta las cuatro a Bush, y el Spacey se muestra interesado, oh, that's what the world needs, a leader with, how they say it?, cou hon es, sí, ése es un lugar para ir a visitar, un lugar exótico y anti Bush, qué más se puede pedir. Luego, la llamada a Eccentric Tours que se pone en contacto con la Embajada de Venezuela en Estados Unidos y listo, montado el viaje, un fin de semana para conocer la revolución, el proceso, con visita a las misiones, a la Villa del Cine y una reunión con el mesmésimo.
Poniéndolo en esos términos logro entender a Spacey, entiendo sus elogios a la Villa y entiendo sus ganas de conocer al Presidente, pero al que no entiendo es al propio Chávez y su afán de retratarse con estrellas de la farándula planetaria como supuesto aval de los éxitos del proceso, como una especie de norma ISO de calidad revolucionaria. Algo así como aquel Hombre de Del Monte que desde el Imperialismo venía a certificar la calidad de las cosechas en las repúblicas bananeras, ahora llega Kevin Spacey y avala y certifica los logros de la revolución bolivariana; Kevin Spacey, un tipo que hace nada fue parte del elenco de una nueva película sobre ese héroe imperialista que aparentemente le quita tanto el sueño al Presidente en su esfuerzo porque nazca el hombre nuevo socialista bolivariano. Sí, dirán algunos, pero hizo de Lex Luthor, el enemigo de Superman y por tanto enemigo del capitalismo.

23 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (XII)

C: Siempre lo mismo, siempre lo mismo, y en la Berlitz no dan clases de ese lenguaje: el corporal. Yo juraba que E estaba lista para dar el paso y ahora ni siquiera está en línea. Debe haberme puesto en su lista de No Admitidos, esa nueva forma de segregación. ¡Qué te has creído, E! Ya estás en mi propia lista de No Admitidos, ¿o acaso creías que eres la única que la usas? Bye, bye, miss american bytes, si te he visto no me acuerdo, gracias totales, pero sin regreso.

22 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (XI)

V: Nombre por a: Abelardo, rebuscado pero para estar seguro de obtener la puntuación completa. A ver tú, ninguno, cónchole mi vida, Ana, Alberto, Andrés, Andreína, hay una gama. Apellido por a: Antonini, de moda, ¿no?, pero igualmente rebuscado. ¿Tú qué tienes? Nada, cero otra vez, tienes que concentrarte. ¿Por qué lloras? Es solo un juego, no te pongas así. Ay no, contigo no se puede, te dejo un rato para que te calmes, podemos jugar scrabble cuando regrese. ¿O no te gustan los juegos de palabras? De repente es eso. Por cierto, tus hijos no vienen, les di permiso para que pasaran la noche en casa de amigos, siempre me lo habían pedido y nunca los había dejado, ya era hora. Ey, cuidado, no te muevas así que las cuerdas pueden cortarte la circulación.

21 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (X)

A: La culpa es de V, porque a fin de cuentas D llegó a mí buscando a V. Las cosas no existen hasta que no se verbalizan, nunca había hablado de los fantasmas virtuales, la sensación rondaba por mi cabeza pero no se había concretado porque no había acudido a mi lengua en forma de palabras. Y ahora estoy rodeado de fantasmas virtuales, los encuentro por todas partes, en mis cuentas de correo que con sus capacidades de almacenaje casi infinitas los guardan listos para asaltarme desde el olvido; los veo nunca disponibles, nunca en línea entre mis contactos de messenger, gtalk y skype; los veo dejando su estela intangible en los comentarios de mis blogs; los veo en Second Life, apenas tocándome y desapareciendo para siempre, como el propio V. De pronto no puedo llevar esta carga, como si fuera Scrooge los fantasmas del pasado y del presente me hacen temer por la llegada de los del futuro, que vendrán a reclamarme por haber construido este mundo virtual a mi única imagen y semejanza. Tengo que volver a conversar con D, tiene que ayudarme. Por suerte, cazafantasmas que es no quiso correr el riesgo de pasar por fantasma y me dejó las señas para ubicarlo.

20 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (IX)

D: Todo se mueve hacia el mismo punto: la relación de V con W. Los avatares los recuerdan siempre juntos, en algunos casos llegan a confundirlos, y todo indica que desaparecieron al mismo tiempo. Pero una cosa es esa relación y otra el asesinato. No se puede morir en este mundo, a menos que el sueño sea morir y para eso lo único que hace falta es desconectarse, no volver a hacer login. Esa fue la respuesta que obtuve de mis consultas a la compañía de Second Life. O V miente o la compañía no quiere darme alas en mi investigación. Porque si alguien encontró la manera de deshacerse de otros avatares muchas de las promesas de este mundo se vendrían abajo. ¿Y si el sueño es precisamente ése: convertirse en un avatar asesino? Cada vez que ingreso siento algo así, como si mi avatar fuera una especie de Mr. Hyde ya no me conformo con mi investigación y asisto a lugares que nada tienen que ver con ella, lugares de desenfreno, lugares que nunca visitaría en este lado de la vida. Esas visitas comienzan a afectarme. Me pregunto quién soy y sobre todo quién he sido. Mi verdadero yo es el que su imagen veo en el espejo o el que veo moverse en la pantalla. Tal vez lo mismo le sucedió a V y quiso ponerle fin a sus dudas, le pidió a W que acabara con él y ahora W está errante por sims donde nadie lo conocía, buscando que no le exijan cuentas sobre el destino del avatar de V. Tendré que volver a confrontar a V.

19 de septiembre de 2007

Tipos de abstención

Se tiende a meter a todo abstencionista en el mismo saco, pero como existen cientos de razones para no ir a votar, hay una gama importante de tipos de abstencionismos. He aquí algunos:
La abstención invisible: es aquella que ni siquiera se reseña en los números electorales, porque la conforman las personas que nunca se inscribieron en los registros que permiten ejercer el voto. Se puede tener un aproximado de ella comparando el registro electoral con el censo de una nación.
La abstención estructural: es la formada por las personas que nunca acuden a votar a pesar de estar registradas para hacerlo; no votan nunca porque le han dado la espalda al proceso político del país, la política no es con ellos, así de simple. A este abstencionista el mensaje político de cualquier tipo muy probablemente ni siquiera le llegue.
La abstención electoral: suena a mal oxímoron, pero es la que resulta de no asistir a votar porque las opciones en juego no agradan. Es una abstención completamente normal y podría ser explicada con una especie de economía de la conducta: si no me gusta ninguna de las ofertas, ¿por qué voy a ir a votar?
La abstención militante: es aquella conformada por individuos que pretenden dar un mensaje con su no asistencia a las urnas. Es una abstención muy comprometida, que espera con ansias el resultado electoral pues busca que los números de votación sean tan bajos que los mandatos producto de esos números se desmoronen como un castillo de naipes. El abstencionista militante espera que su abstención deslegitime al sistema, pero con la paradoja que necesita que el sistema sea muy fuerte, pues es la autoridad del número electoral el que permitiría la deslegitimación. El abstencionista militante es muy moralista, juzga muy duro a cualquier otro abstencionista, en especial al estructural.
La abstención desencantada: es la que se produce por desconfianza en el sistema electoral, son los que creen que su voto va a ser robado, desvirtuado, reubicado, en fin, que el resultado electoral nunca es fiel reflejo del voto emitido por los ciudadanos. No confundir con los que creen que votar no sirve, esos suelen ser abstencionistas estructurales; el abstencionista desencantado cree fervientemente en el poder del voto, pero la certeza de que su voto será parte de un fraude lo aleja de la elección. También suele ser confundido con un abstencionista militante, pero el desencantado incluso cuestiona la fuerza de los números de inasistentes al acto electoral porque esos números serán igualmente manipulados.

18 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (VIII)

V: Mi vida, no podemos seguir en esto, ¡háblame, por favor!
C: Te noto distraída.
E: Sí, es que mi esposo insiste en hablarme.
C: Ya se acostumbrará.
V: Esto no tiene sentido, ya te he pedido perdón de mil maneras, no sé qué hacer.
C: ¿Qué vas a hacer?
E: ¿Con mi marido?
C: Sí.
E: No lo he decidido todavía, por lo pronto, solo quiero hacerlo sufrir un poco. Me hizo mucho daño.
V: Sé que te hice daño, que esto fue distinto, pero estoy dispuesto a renunciar, de hecho ya he renunciado.
E: Quizás termine hablándole, se pone muy fastidioso, sus mea culpa son larguísimos.
C: Pero si terminas hablándole, ¿volverá a ser lo mismo?
E: No sé, no lo creo, su otra vida fue un insulto, una ofensa a su vida conmigo. Ahora quiero insultarlo, ofenderlo a través de mi vida con él, puro ojo por ojo. Después, no sé, no creo que quedar iguales sirva para volver a empezar.
V: Si querías que estuviéramos iguales, estamos iguales, olvidemos el pasado.
C: Y nuestros encuentros, ¿cómo quedarían?
E: ¿A qué te refieres?
C: Si termina tu venganza, ¿terminará nuestro chateo?
V: Botemos la computadora, divirtámonos juntos, inscribámonos en un club y juguemos tenis, jugemos stop, cualquier cosa pero juntos.
C: Porque quiero dar el paso, quiero traspasar la barrera.
E: Pero ya la traspasamos.
C: No me refiero al sexo virtual.
V: Háblame, por favor, no lo soporto.
C: Me refiero a caminar juntos tomados de la mano.
E: Yo fui clara, comencé a chatear contigo para vengarme de mi marido.
C: Y yo estoy siendo claro ahora: quiero más.
V: Quiero que todo vuelva a ser como antes.
E: ¡Ah! ¡Cómo te atreves a desconectarme! ¿Qué haces? ¿Te volviste loco? ¡La computadora! ¡Cuidado! La destruiste.
V: Voy por lápices y papel. Si te fastidia el stop podemos jugar al ahorcado.

17 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (VII)

D: Hola, ¿cómo estás?
A: Hola, nunca te había visto por aquí
D: He venido poco y todavía no me siento muy cómodo.
A: Te vas a acostumbrar y te va a gustar cada vez más.
D: ¿Eres fanático de los carros?
A: De las carreras. Aquí nos reunimos con el objetivo de organizar un circuito.
D: Algo de eso he escuchado, por eso vine. Me lo comentó un tal V, ¿lo conoces?
A: Claro que lo conozco, él fue el de la iniciativa, pero no ha vuelto por aquí, no sabemos qué es de su vida.
D: Yo pensé que me lo encontraría.
A: Nada, se esfumó. Nos hace falta. Quién sabe, tal vez su verdadero yo murió, eso pasa, con tantas posibilidades en esto de la internet, los fantasmas virtuales comienzan a ser una realidad.
D: ¿Fantasmas virtuales?
A: Sí, vidas que quedan flotando en la red. Tengo un amigo que hizo una advertencia de cumpleaños para que le llegara a todos sus conocidos, ese amigo murió hace dos años pero sigo recibiendo la advertencia, un fantasma virtual.
D: ¿Y en esta comunidad hay otros fantasmas virtuales recientes?
A: Ahora que lo pienso, sí, hay otro. W. No sé decirlo exactamente, pero tiene sin venir más o menos el mismo tiempo que V.
D: ¿Y qué sabes de W?
A: Lo mismo que de V y que de ti, que le gustan las carreras y que visita esta comunidad.
D: Bueno, con eso algo haré.
A: ¿Por qué? ¿Qué haces tú?
D: Soy un cazafantasmas virtuales.

14 de septiembre de 2007

De los nombres y las libertades

Dejé de comprar barajitas de béisbol de Grandes Ligas hace como diez años (las razones tal vez podrían ser tema de otra entrada); la colección se detuvo en alrededor de dos mil barajitas, algunas se cotizaban en aquel entonces entre 20 y 30 dólares, la inmensa mayoría apenas tienen valor sentimental. Y de esas dos mil barajitas, solo en dos el comentario que traen sobre el jugador le presta atención no a aspectos deportivos, de personalidad o hobbies sino al curioso nombre del pelotero: Las barajitas de Ugeth Urbina y de Kelvim Escobar.
El nombre extraño, único, quizás irrepetible porque se escribe con m en vez de con n, porque es una combinación entre la abuela Rosa y la abuela Nieves (que la conozco y se llama Rossnyev, espero que no se incomode con esta alusión), que apunta a un momento único o a una iluminación, a una admiración o hecho especial, es un elemento que nos ha caracterizado como pueblo, como nación, como narración. A algunos aparentemente no les gusta ese rasgo de nuestro gentilicio y quisieron borrarlo de un plumazo a través de una propuesta de ley. La reacción no se hizo esperar y se escucharon quejas en todos los sectores, quejas que no recibieron ninguna canalización política ni que habían sido previamente registradas en encuestas de opinión, pero quejas importantes, sentidas, porque después de todo nos estaban arrebatando un derecho, una libertad que tenía que ver con lo que somos, con la manera como entendemos el mundo, con la forma en que celebramos y reconocemos a nuestros seres más queridos, nuestros propios hijos, por eso dolió tanto, por eso la reacción fue importante.
Y por eso, me gusta pensar, el poder de la nación, tan prepotente y autosuficiente, tuvo que recular y sacar de la proyectada ley de registro civil la prohibición de ponerle a los hijos nombres extravagantes, combinados, que sometan al escarnio público, etcétera, etcétera. Para no desdecirse por completo, van a dejar la prohibición expresa de no ponerle nombres de órganos sexuales a los niños; pero bueno, no son muchos los Pene González y las Vagina Pérez que pululan por ahí, en cambio sí hay muchos Diosdado, Jesse, Rosinés, Willian, Cilia y tantos otros que podrán ponerle a sus hijos su nombre o una combinación, o ver a sus hijos regalarles el honor de llamar a sus nietos como ellos.
Pero por si fuera poco, hoy que están planteadas luchas por otras libertades, la libertad de reconocer a nuestros hijos de la forma como decidimos reconocerlos, nos da pistas de cómo debemos construir los discursos para que esas libertades en juego sean igual o más sentidas. En eso estaremos.

13 de septiembre de 2007

En un lugar inesperado


El otro día celebré la ubicación inesperada de un volumen. Pero en esta oportunidad el encuentro no me produjo tantas expectativas. Tal vez porque tenía la cámara en el bolsillo y estuve más pendiente de tomar la foto; tal vez porque siendo un volumen recopilatorio no podía despertarme las mismas curiosidades que el otro.
Definitivamente, esto de encontrarse sorpresas es un asunto tanto de lugar como de momento adecuado.

11 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (VI)

D: Por esta vía no voy a sacar mucho. Sí, todos sus conocidos tenían razones para odiar un poco a V y sobre todo a su avatar, pero nadie parece haber movido un dedo contra el yo virtual de V; si hicieron algo fue contra el propio V: Su esposa le está aplicando una ley de hielo que no sé cómo vaya a terminar, especialmente porque ella todavía no se ha enterado de la pequeña fortuna que V había gastado comprando Linden Dollars; los hijos, bueno, son preadolescentes, lo anormal sería que no creyeran que su padre es un pendejo y lo de los olvidos más bien les dio una excusa para que no los buscara más, qué hubiera dado yo por esa clase de libertad a esa edad; los amigos, sí, le están sacando el culo, pero porque V se quedó pegado con el tema, sólo hablaba de su segunda vida y todos estaban medio hartos y marcaron un poco de distancia; el jefe, no pasó nada que no pudiera solucionar con una política más estricta de uso de internet y se olvidó del tema. Definitivamente, lo que haya sucedido con el avatar de V fue por un asunto de avatares, y es poco lo que le he podido sacar sobre su vida paralela. Apenas lugares visitados y proyectos, ni un solo nombre, ni una sola descripción, amparado en el principio de no Revelación de la comunidad. Una opción que se me ha ocurrido es ir a esos sitios con los mismos proyectos, copiarme su vida de avatar, para ver si me encuentro con los avatares con los que se tropezó V. La otra, recibir alguna ayuda de los desarrolladores de la comunidad, del propio Second Life: mandé varios mensajes exponiendo el caso, sigo a la espera de respuestas. Mientras, logré sacar mi avatar del agua y lo teletransporté a uno de esos lugares frecuentados por el avatar de V. Veremos qué pesco.

10 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (V)

V: No quiero estar en casa, no logro concentrarme, no puedo dejar de pensar en, en, es como si hubiera perdido mi voluntad, mis brazos, mi hígado, estuve viendo la fórmula 1 pero ya no había ninguna emoción, siempre quise llegar a la fórmula 1, como piloto, como mecánico, como periodista que cubre fuente, pero no sé qué pasó, en el camino me desvié, y después de muchos años de sólo conformarme viendo la fórmula 1 por televisión de pronto tuve el chance hasta de tener mi propio equipo, porque a eso iba, a eso apuntaba, sin desvíos, directo al grano, linden dollars por aquí, linden dollars por allá, primero el concesionario de autos de lujo, luego el patrocinio de carreras y de pilotos, creo que en unos seis meses ya tendría mi equipo y en unos cinco años habría alcanzado mi propio circuito, pensaba comprar una isla y construir en ella un circuito de carreras, lo tenía todo planeado, y ahora no tengo nada, tengo la fórmula 1 en televisión, en diferido, que E se despierta con cualquier ruido y las carreras suelen ser o muy tarde los sábados o muy temprano los domingos, o muy tarde o muy temprano, tarde o temprano tengo que enfrentar a E, no hemos hablado desde que tuve la conversación con V y sé que él ya la visitó, pero no quiero ir a casa, no todavía, no quiero ver la computadora y sentir que este vacío se agudiza, lo iba a conseguir, lo estaba consiguiendo y ahora se volvió a esfumar, mi sueño terminó cuando mataron a mi avatar, quiero saber, quiero respuestas, V tiene que darme respuestas, pronto, o de lo contrario, de lo contrario qué, si ni siquiera me atrevo a abrir otra cuenta en Second Life, no hasta tener explicaciones a esta muerte, no sería capaz de ver morir a mi avatar por segunda vez.

9 de septiembre de 2007

Lecturas azarosas

Hay librerías que intentan hacer del orden en los estantes un asunto corporativo. Con celo de quien diseña un organigrama e intenta adecuar funciones, capacidades, esfuerzos y beneficios a las posiciones dentro de la pirámide, los libros son colocados en los estantes para que nadie reciba una sorpresa desagradable: Los libros de actualidad bien lejos de los de poesía, los de autoayuda aún más de los de la narrativa universal tan llena de personajes perdedores y de tragedias sin solución.
Pero los libros son escurridizos y siempre hay sorpresas agradables. Hace un par de días le robaba tiempo a la oficina caminando por el Centro Lido y entré en la Librería Tecniciencia. En la sección de Deportes, una que sí podría estar cerca de los libros de Autoayuda pero que como no suelen ser libros muy vendidos se colocan más bien cerca de la sección de Viajes, de pronto me encontré con un pequeño volumen de John Updike: Sueños de Golf. ¿Un simple error producto de una clasificación apresurada o el resultado de un proceso de reflexión sobre el libro que se tenía que ubicar: es un volumen de cuentos, ensayos y artículos, pero donde el golf es el centro, entonces va en...?
Lo cierto es que vuelvo a sucumbir a ese pequeño azar que hay detrás de todo encuentro con un libro, porque si bien Updike es un autor que no me interesa demasiado, el hecho de que yo, que no suelo estar en esa sección, haya encontrado su libro, que no suele estar en esa sección, puede significar algo y vale la pena darle una leída a ver si descubro qué.

7 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (IV)

E: ¡Conque eso hacía mi marido en su otra vida!
D: ¿De verdad no tenía ninguna sospecha?
E: Ninguna, bueno, ya no le paraba ni a la fórmula 1 ni a los sudokus así que sabía que tenía un nuevo pasatiempo, pero como se cortaba todo cuando me veía pensé que se trataba de... usted sabe, pornografía, no que me estaba engañando.
D: No me consta que tuviera un romance. Mis investigaciones por esa vía no han avanzado mucho, de hecho, todavía no he podido sacar a mi avatar del fondo del agua.
E: Pero es peor que un romance, es bigamia, tenía otra casa, otras costumbres, otras obligaciones, otros amigos, otra...
D: No llore, por favor.
E: Bien hecho que lo hayan asesinado.
D: No diga eso, que su marido está vivito y coleando y una declaración así me pone sobreaviso.
E: Pues considérese sobreavisado, porque no sé cómo voy a reaccionar cuando V entre esta noche por esa puerta.
D: Le recomiendo que se calme, que se tome una valeriana, o mejor, pase la noche en casa de algún familiar, no cometa una locura.
E: Váyase, por favor, quiero estar sola.
D: Disculpe, hasta luego.

6 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (III)

V: La conversación con D me dejó muy afectado. No sólo dudó de mi versión, para él no es posible que alguien pueda asesinar a un avatar. Pero además con sus preguntas me ha puesto a dudar de todo mi entorno. Mi esposa en efecto alguna vez me reclamó mi dedicación a Second Life. Mis amigos se burlaron del nombre de mi avatar y sacaron conclusiones muy raras sobre mi personalidad, sobre posibles traumas infantiles, incluso uno dijo que habían descubierto que yo era un tipo de cuidado. Mi jefe se quejó de mi productividad. Mis hijos de que los había olvidado en el colegio y en el fútbol. Todos ellos son sospechosos, todos ellos tenían motivos para asesinar a mi avatar. Y ahora los veo con desconfianza. Si mataron a mi avatar, ¿les bastó con ello? Porque después de todo, yo soy mi avatar, mi avatar soy yo, por muy doble vida que tuviera en la Red, esa doble vida es reflejo, resultado, derivación, de mi vida real. Tengo miedo.

4 de septiembre de 2007

Cierta clase de público

Recientemente fui a Brujas, un espectáculo teatral de esos que no te defraudan: Uno sabe qué tipo de texto, de puesta en escena y de actuaciones vas a observar y siempre te dan exactamente eso. Quizás por ello estuve más pendiente de las reacciones del público de lo que hubiera estado en otro tipo de evento. Y realmente me sorprendió.
El público asistente no estuvo dispuesto a hacer ninguna concesión: Fueron a reírse a carcajadas y no salieron de ese estado de ánimo en ningún momento, a pesar de que el texto, sin tener ningún atributo especial, buscaba develarnos la tragedia detrás de una amistad mantenida bajo el peso de dobles vidas y de terribles secretos guardados por casi treinta años. Ese público hace el simulacro de ser un gran público, un público cálido y receptivo, pero no deja espacio alguno para otra reacción que no sea la carcajada, la carcajada es su única empatía, la carcajada es su forma de conmoverse con lo que le sucede a los personajes. Y el final del simulacro es aplaudir de pie, que no una ovación, simplemente se aplaude de pie, las actrices vuelven una vez al proscenio y el público se va, ya está bueno, ya hice lo que tenía que hacer.
Si bien existe toda la complicidad de los responsables del espectáculo, por momentos los sentí víctimas de su público. Y terminé preguntándome si el espectáculo es producto de lo que sus creadores piensan que el público quiere o es el resultado de lo que se atreven a darle al público. Porque me imaginé qué pasaría si unos acordes muy simples, o una ida a negro preparara el terreno para un cambio en el estado de ánimo de los personajes y con ello para el nacimiento de cierta empatía con sus dramas. Me imaginé las risas ahogándose en la garganta debido a la pena que el público comenzaba a sentir por los personajes, unos personajes que no deberían haber causado otra cosa que pena. Me imaginé la obra sin los chistes fórmula, salvadidas que permitían a la gente ignorar que nos acababan de dibujar una vida miserable para poder volverse a reír a carcajadas. Me imaginé todo eso y vi el talante especial que se necesita para ser quien decide enfrentarse a esa clase de público con la idea de darle algo que no espera para sacarlo de su comodidad, de su carcajada aséptica. Cómo hacen falta esos talantes.

3 de septiembre de 2007

El próximo Aló Presidente...

...propongo que se realice en Club de Campo.

2 de septiembre de 2007

El Asesinato del Avatar (segunda parte)

D: Cuando V abandonó mi oficina decidí entrar por mi cuenta en esta especie de mundo nuevo que se me había presentado de la manera más inusual. Abrí mi cuenta bajo el nombre Ávila Habana, vamos, que al ver el apellido Habana como una de las opciones permitidas no pude dejar de probar Free Habana o Hugo Habana como nombres; por supuesto estaban tomados, pero ya no hubo ninguna posibilidad de que otro apellido me gustara.
Escogí mi apariencia: hijo de vecino sería una buena traducción en cristiano, y bajé el programa. Mientras aceptaba todos los términos y condiciones, anoté los valores y conductas específicamente prohíbidos en la comunidad: Intolerancia, Acoso, Asalto, Revelación, Indecencia, Perturbación de la Paz; todavía no había entrado en Second Life y ya me estaba dando cuenta de lo difícil que sería mi tarea: ¿Cómo V había sido asesinado con semejantes prohibiciones? Al ingresar, la tarea se me antojó imposible: No entendí nada de lo que sucedía a mi alrededor. Otros recién ingresados caminaban a mi lado, algunos lograban vestirse, otros continuaron desnudos. Yo, no, Ávila Habana, sin darme cuenta logró enfundarse unos bluyines y luego no supe sino conducirlo hacia el agua de la que no pude sacarlo. No se ahogó, el mensaje en la pantalla me decía que eso no pasaría, pero tampoco pude sacarlo del fondo del mar.
Con no poca frustración, cerré el programa. Tendré que cambiar de estrategia, investigar más al V real mientras aprendo a moverme por el mundo virtual. Será una larga investigación.