La semana pasada conocimos tres informaciones que en conjunto revelan un muy oscuro panorama de la economía venezolana. La primera, que Venezuela ocupó el lugar 172 de 178 posibles en el ranking realizado por el Banco Mundial de países para hacer negocios. El estudio evaluó "diez aspectos elementales del ambiente económico como el tiempo y esfuerzos requeridos para iniciar un negocio, obtener licencias, requerimientos legales para emplear trabajadores, registro de propiedad, acceso al crédito, protección al inversionista, pago de impuestos, comercio exterior, realizar contratos y cerrar negocios". El puesto de Venezuela pasó medianamente desapercibido, no así el de otro estudio que sí suscitó reacciones.
Según Transparencia Internacional, Venezuela ocupó el puesto 162 de 179 posibles en su índice de percepción de la corrupción. La reacción del Contralor General de la República, Clodosvaldo Russián, fue desestimar el informe y denunciar que Transparencia Internacional tiene una campaña de desprestigio contra Venezuela. Lo cierto del caso es que el retroceso de Venezuela en el primer ranking fue de 8 puestos (había retrocedido 20 el año pasado con respecto a 2005) y en el segundo de 21.
La tercera información, es un ejemplo del por qué de ambas posiciones y de las consecuencias de las mismas. La OPEP disminuyó la cuota de producción de Venezuela en algo así como 800 mil barriles diarios, ubicándola en 2,47 millones de BB/diarios. Venezuela está catalogando la información como un error que cometió el staff de la OPEP, veremos si esto termina siendo confirmado, pero la cantidad de BB/diarios anunciada coincide en demasía con informaciones de diversas fuentes que señalan la disminución de la producción y peor aún, de la capacidad de producción de Venezuela, por lo que la medida de la OPEP, incluso tomando por cierta la versión de que se trata de un error, parece producto de hacerse eco de las cifras que circulan por el mundo y no las que da Venezuela. Porque el problema es que cada vez se cree menos en las cifras de Venezuela, un país con uno de los peores climas para hacer negocios del mundo y con los índices más altos de percepción de la corrupción, que maneja su industria petrolera a través de la misma persona que la tiene que controlar. ¿Cómo creer en las cifras que el Presidente de PDVSA le reporta al Ministro de Energía y Petróleo si ambos son la misma persona?
Este modelo de gestión de los dineros públicos, donde el controlado y el controlador son la misma persona, lejos de considerarse nefasto para los intereses del colectivo va rumbo hacia su profundización, pues la reforma constitucional propuesta por el presidente Chávez, entre otras cosas, coloca la organización y administración de la Contraloría General de la República bajo la competencia del Poder Público Nacional y le quita toda autonomía al Banco Central de Venezuela. Así, cuando el Presidente de PDVSA le diga al espejo Ministro de Energía y Petróleo cuánto produjo la industria petrolera nacional, éste solo tendrá que avisarle al Presidente de la República quien ordenará al Banco Central cuántos bolívares imprimir. Propongo de una vez que se nombre a Rafael Ramírez, actual Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, Presidente también del Banco Central de Venezuela para hacer menos burocrático el mecanismo.
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Hace 4 años.
2 comentarios:
Excelente análisis, pana. Tiene la virtud añadida de que comentas con tanta claridad noticias económicas que alcancen la comprensión del lector común. El gran problema de la economía es que es un tema de interés máximo para todos los ciudadanos, porque a todos los atañe, pero suele ser de difícil comprensión por el común. De allí la apatía que despierta entre la mayoría, que no alcanza a evaluar la gestión de un gobierno a través de uno de sus más importantes medidores. Saludos.
Amigo, gracias por tus palabras, espero estar poniendo mi granito de areña en esto de desenmarañar la cantidad de informaciones que nos golpean todos los días. Muchos saludos
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