Chávez utilizando la herramienta para transmitir su mensaje, de eso estaba hecho mi análisis sobre el uso que el Presidente de Venezuela le dará a Twitter. Y no conté con la otra parte de la ecuación: el uso que los seguidores le darían a @chavezcandanga. Según reportó el propio Presidente, su cuenta recibió unos 50 mil mensajes en pocos días, entre pedidos de ayuda y reclamos. La avalancha fue tal que pronto comenzó a circular la noticia de que la Presidencia de la República contrató 200 personas para manejar su cuenta. Así, el éxito de @chavezcandanga amenaza con convertirse en un fracaso por la decisión tomada para manejar ese éxito.
Porque el secreto de lo bien que Twitter se lleva con las personalidades, es precisamente la posibilidad de una comunicación directa, personal, con ellas. Poner un filtro (nada más y nada menos de 200 personas) entre los mensajes y Chávez, hace de Twitter un nuevo más-de-lo-mismo mecanismo para procesar denuncias, una nueva lotería, esperar a la caravana presidencial virtual para entregar el papelito de 140 caracteres.
Claro que Chávez siempre tendrá la posibilidad de leer su Time Line y enterarse de lo que la gente está escribiendo a su Twitter sin pasar por el ejército de los 200 candangas. Pero la idea del filtro, la posibilidad de que el mensaje nunca llegue al Presidente, puede resultar en la inhibición del mensajero. Y si uno de los lados de la comunicación comienza a fallar, la responsabilidad de la comunicación queda totalmente del otro lado. Al final, todo se dirige a lo mismo: el monólogo es la única forma de comunicación con que Hugo Chávez se siente a gusto.
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