Tantos y tantos creadores que parecieran hacer lo mismo una y otra vez, como si repetirse fuera un destino y el arte no mucho más que la condena de Prometeo.
Pero lo interesante es cómo nosotros juzgamos esas repeticiones, ese volver sobre las mismas historias, los mismos ritmos, los mismos trazos. A los artistas que no nos producen mayores emociones los criticamos por aferrarse a su fórmula; a los que nos hacen comportar como niños que se ríen de la misma gracia una y otra vez, a esos los admiramos por convertir sus obsesiones en obras maestras.
Hoy, al comentar que Paul Auster fue galardonado con el Príncipe de Asturias de las Letras, alguien dijo que la formulita le ha salido rentable. Yo le riposté diciendo que no es fórmula, es obsesión, es la misma historia contada de mil maneras distintas para poder sobrevivir, tal como Sherezade. Por supuesto, mi interlocutor se rio de mí; yo lo compadecí a él. No hubo fin ni conclusión, sólo cambio de tema.
Play cumple cinco años
Hace 4 años.
1 comentario:
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