El Mundial de fútbol para un país como Venezuela es un sueño que a veces luce inalcanzable, a veces trágicamente cercano pero esquivo como una sombra, la sombra de lo que quisiéramos ser. Para otros países es una certeza. Brasil, Italia, Alemania, Argentina, cada cuatro años tienen una cita donde van a medirse en pos de un certificado de calidad, porque es lo único que para esos países está en juego: qué selección podrá lucir durante los próximos cuatro años el título de la mejor. Así, el torneo de clasificación al Mundial, en Venezuela se vive con una expectativa que raya en el masoquismo, en esos otros países es un simple requisito, un trámite. Clasificar al Mundial sería un éxito inconmensurable para Venezuela, para esos países era simplemente el comienzo de la verdadera cita... hasta que llegó Maradona.
Como si se tratara de las visitas de Josef K al tribunal, el trámite de Argentina se convirtió en agonía, e incluyó humillaciones como la derrota 6-1 frente a Bolivia y salvaciones de último minuto, como la victoria frente a Perú que a la postre resultó la clave para la clasificación. Pero nada de esto le da pie a Maradona para la humildad y la reflexión, él presume de haber clasificado a la Argentina a un Mundial y lo hace como si no hubiera precedentes de tal hazaña.
Es el problema de las personalidades megalómanas (y en eso sí que los venezolanos tenemos experiencia), no conocen la evaluación, no conocen el fracaso, no conocen la rectificación, porque todo lo que hacen lo juzgan desde la idea que tienen de sí mismos y todo lo que consiguen tiene que corresponderse perfectamente a esa idea. Maradona, que para él sólo es capaz de hazañas, celebra la clasificación de Argentina al Mundial como si se tratara de Venezuela.
Pero sí, fue una hazaña lo que logró Maradona, hazaña que pocos han podido conseguir: Maradona casi logra que Argentina fuera eliminada del Mundial y para eso se necesita talento, el típico talento de los megalómanos para arruinar colectivos, talento que se expresa en todo su potencial cuando el megalómano está en una posición de poder, bien como técnico de un equipo deportivo, bien como presidente de una nación.
Play cumple cinco años
Hace 4 años.
2 comentarios:
¡Buena Luis! Me asusté horrores al leer el título, pero estamos en la misma página, lástima que los megalómanos también estén en la misma página del manual de como mandarlo todo al choto.
Un beso.
Hola, es así, lo increíble es como esa megalomanía hipnotiza a los demás y terminamos dándole oportunidades que no se merecen. Muchos saludos
Publicar un comentario