Cuando pienso en mis librerías favoritas, todas tienen un rasgo en común: el desorden. Montones de libros desbordando estantes que hacen de la tarea de encontrar un libro todo un trabajo de exploración, de excavación. Con la paciencia del arqueólogo me adentro capa a capa descubriendo libros enterrados debajo de otros libros hasta dar con el preciso, con el ejemplar exacto que quiero leer y que debo comprar en ese momento. El encuentro es siempre especial, es como un amor a primera vista o como reconocer un amor del pasado en un país extraño; el libro obtenido de esa manera, en esa búsqueda, siempre es un tesoro escondido, un arcano revelado, una historia que pudo escaparse de nuestras manos como la arena y que se le escapó a otros arqueólogos menos dispuestos o menos hábiles. Leo ese libro como si hubiera estado esperando por mí para ser escrito, como si se estuviera escribiendo al mismo tiempo que lo leo, como si sólo hubiera sido escrito para mí.
7 comentarios:
Que hermoso escribes.
muchas gracias.
Uy me encantó este post tuyo. Yo me siento exactamente igual en referencia a las librerías. Mientras más arbitrarias mejor. Y mantengo mi pequeña biblioteca igual... Me encanta tu blog y como escribes. Saludos.
Gracias Kira por tus comentarios. Es eso exactamente, bibliotecas arbitrarias, sin criterios claros de clasificación y de orden. Gracias por pasar por aquí
Encontrar un libro así es en extremo emocionante!!!
Mientras más arbitrarias mejor. Y mantengo mi pequeña biblioteca igual...
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