Que si los chavistas se pusieran a pensar un segundo dejarían de ser chavistas, que si los opositores no tienen ningún argumento; que si... tenemos varios años en esta pelea sorda para morir en la orilla de que ambos bandos pudieran tener razón sobre lo que dicen del contrario.
Según un estudio, de estos muy en boga que escanean la actividad cerebral, pudiera deducirse que las discusiones político partidistas tienen poco que ver con la razón y sí mucho con la emoción y la inconciencia.
A un grupo de activistas y militantes estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, tanto conservadores como liberales, se les sometió a una serie de informaciones que ponían en tela de juicio a los candidatos o figuras a las que apoyaban políticamente, y en vez de encenderse la parte del cerebro que intenta explicar las contradicciones, se activaron partes que nos protegen de emociones negativas, que hacen juicios respecto al perdón y partes que se conoce están activas cuando las personas sienten alivio o recompensa, en fin, nada que tuviera que ver con el análisis de hechos y la elaboración de explicaciones sobre la información recibida.
De ahora en adelante, habrá que pensárselo dos veces antes de sumarse a una discusión sobre cuál candidato es mejor o sobre cómo convencer a los que todavía se empeñan en pertenecer al otro bando. A menos que queramos pasar un rato desbordados por nuestras pasiones.
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