En las elecciones palestinas todo salió a pedir de boca, todo fue perfecto, excepto el resultado. Javier Solana, cabeza de la política exterior de la Unión Europea acaba de descubrir el agua tibia: Hamas no se ha vuelto una entidad democrática por haber ganado las elecciones. Pero habría que preguntarle a Solana, ¿sí lo fueron por haberse inscrito?
Solana agrega que sería extraño si ellos, que prepararon la Hoja de Ruta sobre las negociaciones entre israelíes y palestinos, aceptan a un partido palestino que no reconoce a Israel. ¿Y por qué no es extraño que ellos hayan diseñado unos comicios donde un partido palestino que no reconoce a Israel pudiera hacerse con el poder? La única razón por la que dejaron participar a Hamas en las elecciones palestinas fue porque alguien convenció a los países occidentales de que no había la más remota posibilidad de que Hamas ganara. Upps, las encuestas se equivocaron. Y ahora nos estamos preguntando sobre el destino del proceso de paz en Oriente Medio, sobre cómo lidiar con un grupo terrorista a la cabeza de un estado clave para la estabilidad política del mundo, y ligando que los grandes retos burocrático administrativos, como el financiamiento del déficit presupuestario o el asfaltado de las calles, arropen tanto al nuevo gobierno que se olvide de pequeñeces como la destrucción de Israel.
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