Aquí, transcribo parte de la página 69 de dos libros, el último que leí y el que estoy leyendo.
El Fin de la Locura, Jorge Volpi.
Todo había empezado unos años antes, cuando Guy-Ernest Debord -todavía firmaba así- tenía veinte años. Era un muchacho delgado, con anteojillos redondos que lo hacían parecer un anticuado profesor de filosofía. A diferencia de la mayor parte de sus coetáneos, había decidido no seguir una carrera universitaria, resistiéndose tanto a la tradición como al prestigio. Mientras Foucault o Barthes se debatían con sus tesis doctorales, Debord deambulaba por las calles de París. No pensaba trastocar el mundo a través de los libros, sino vagando.
Hierba Mora, Teresa Moure.
Y si ese cuerpo de Francine, la autómata, llegase a hablar, le diría: No pienso, papá, no pienso, que sólo puedo repetir los mensajes que tú me dictas en ese disco que insertas en la mitad de mi espalda
3 comentarios:
¡Excelente, Luis! Como que la idea de McLuhan no es tan descabellada, ¿no? Quizás pensaba que un buen escritor no pierde la fuerza de la escritura habiendo avanzado unas cuantas páginas de la obra. Si logras mantener la atención luego de transcurridas 69 páginas, pues algo debes tener en la pluma...
Saludos.
Ya Diego nos tiene a todos revisando las páginas 69. Sí, una técnica nada descabellada.
Saludos.
Diego, gracias de nuevo por la idea. Voy a seguir posteando al respecto.
Sin duda, McLuhan siempre estaba en algo.
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