Estos son días de revolverse la cabeza pensando, y tal cosa hace que las telarañas de la memoria dejen libres los recuerdos más añejos. Años atrás, sentado en un salón de clases, escuchaba al profesor hacer una reflexión muy interesante sobre la guerra de Chechenia: la rebelión de las abuelitas, la llamó. Porque tras setenta años de ateísmo de estado, con el comunismo y la revolución como únicas banderas, ideología, pensamiento y religión de la Unión Soviética, solamente los abuelos y las abuelas podían saber el significado de ser musulmán. El que la provincia de Chechenia se levantara y exigiera su independencia de la Federación Rusa tras reconocerse a sí mismos como musulmanes, solo pudo ser posible por el esfuerzo y tozudez con que esos abuelos y abuelas y luego padres y madres transmitieron los valores y creencias que poseían, independientemente y a pesar de toda la propaganda y control del aparato estatal.
Hoy por hoy, ese profesor ocupa un importante puesto en la diplomacia venezolana. Tal vez estos días le estén haciendo recordar sus propias palabras.
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