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22 de febrero de 2010

Qué duro ser CEO en estos tiempos

La comunicación entre Washington y Hollywood siempre es muy fluida y más en tiempos en que el corporativismo que domina los Estados Unidos está en problemas. La crisis inmobiliaria, la del sector automotriz, la quiebra de grandes cadenas de ventas al detal, el paquete de estímulo a bancos, aseguradoras y otros sectores, los fraudes en la bolsa perpetrados por firmas consideradas de vanguardia, los despidos masivos que se han convertido en la única fórmula para presentar buenos números en los libros, entre otras, han sido heridas demasiado profundas en la idea de que lo que es bueno para los negocios es bueno para los Estados Unidos, como para dejar que el tiempo y la mala memoria del ciudadano promedio sean los únicos remedios. Por eso había que acudir a Hollywood y qué mejor para despertar las simpatías de la masa que un programa de televisión real, apelación directa a la compasión y empatía del público. Porque cómo no sentir empatía por un alto ejecutivo que de pronto tiene que trabajar en el turno nocturno de una tienda, limpiando baños y colillas de cigarrillo mientras le pregunta a su superior-por-un-día acerca de sus planes de vida. Esa es la fórmula de Undercover Boss, el nuevo reality show donde el Presidente de una gran corporación se hace pasar por un empleado más de la misma.
En la más reciente entrega, le tocó el turno al CEO de la gigante cadena de tiendas de conveniencia 7eleven, quien durante una semana trabajó en dos o tres tiendas en distintos turnos, en la producción de productos de panadería y en un camión de distribución de productos. Durante esa semana, el CEO pudo descubrir entre otros misterios de la vida que hay gente que tiene que trabajar aunque esté enferma, aunque su turno no le permita ver a su familia, aunque estudie y tenga otros planes o aunque tenga vocación y talento para hacer un trabajo más atractivo. También, pudo descubrir que sus órdenes, planes y su misión y visión no tienen garantías de recorrer toda la organización, y fue testigo horrorizado de cómo los bombillos en el depósito de una tienda pueden tardar un mes o más en ser remplazados o cómo se botan kilos y kilos de comida a pesar del programa de donaciones a caridad que tiene la corporación.
CEOs trabajando
Tras afeitarse la barba de una semana, el CEO de 7eleven se reunió con los que fueron sus jefes o entrenadores durante la semana de encubierto y esta vez hizo las de hada madrina. A cada uno les dio un regalo relacionado con los planes y sueños de los empleados y sus carreras en la corporación. Luego, en una especie de asamblea, el CEO mostró su experiencia y habló de cambios como consecuencia de ella. Principalmente habló de atención a los empleados, a sus experiencias, a sus vidas, para que la compañía les sirva para su realización personal. Conmovidos los empleados aplaudieron y en el otro lado de la pantalla nos conmovimos, los CEO también trabajan, también tienen corazón. Con dos temporadas, el corporativismo estará de nuevo a salvo.

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