Nick Hornby sabe mucho de música, y sobre todo del efecto que puede tener una canción en la vida de las personas. Pero como escritor de culto, hay otra cosa de la que Hornby tiene que haber aprendido mucho con el paso del tiempo: de lo obsesivos que pueden volverse los fanáticos de un libro, de un autor, de una canción, de un grupo o cantante. Por eso, que
Juliet, Naked, el más reciente libro de Hornby, abordara la obsesión de los fanáticos por un cantante, solo podía resultar en una gran novela, entretenida desde el principio hasta la última palabra.
Duncan es un profesor universitario que vive en pueblo costero inglés junto a su novia de años, Annie, y cuya única pasión en la vida es Tucker Crowe, un cantautor que en medio de la gira de su disco más exitoso intempestivamente colgó los instrumentos y se dedicó a un silencio de veinte años y que sólo rompió cuando decidió editar unas maquetas de ese gran disco. Así, el que
Juliet, Naked llegara a las manos de Duncan y de Annie cambiará la vida de ambos de una manera que sólo está reservada para las grandes obras de arte, o para sus versiones.
A una historia ya de por sí interesante y divertida, Hornby le incorpora el uso de Internet como el espacio para potenciar todas las obsesiones, convirtiéndola en un retrato a veces demoledor de los tiempos que corren. Porque quien debería ser un cantante apenas desempolvado en recopilatorios sobre los años 80, gracias a las comunidades web es objeto de especulación y persecusión diaria. Y el que una supuesta foto o una nueva grabación surja, es para sus fanáticos un evento comparable a la solución del calentamiento global.
Juliet, Naked es una novela muy agrabable que no te arrepentirás de haber comenzado.
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