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6 de noviembre de 2010

Blood ties


¿Cuántos años tenía cuando vi por primera vez La Guerra de las Galaxias? ¿Cinco, seis? Máximo siete. Treinta años después La Guerra de las Galaxias sigue siendo referencia principal de los niños de cinco, seis y siete años, pero también de once, doce, trece, o de diecisiete, dieciocho y diecinueve, quizás no sea referencia solo de alguna generación que creció entre el momento que la primera trilogía ya lucía excesivamente añeja y la llegada de la nueva trilogía.
Hace un par de días le compré a mis sobrinos los cómics Blood Ties, que narran en cuatro fascículos (el último a salir a finales de noviembre) la vida de Boba Fett. Se los compré, porque como tantos otros iguales que yo, Boba Fett siempre fue mi personaje favorito de La Guerra de las Galaxias (a pesar de que su presencia e importancia en la primera saga fue bastante marginal) y porque mis sobrinos, de 12 y 9 años respectivamente, son fanáticos de Clone Wars, historia donde Boba Fett y su padre, Jango Fett, tienen una importancia vital, por ser el ADN de Jango el que sirviera de base al ejército de clones.
En pocas cosas o temas tengo la posibilidad de hablar de tú a tú con mis sobrinos de la manera que La Guerra de las Galaxias, los Episodios y Clone Wars me lo permiten. Me quito el sombrero ante eso.

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