Hace un mes, un canal de televisión belga transmitió la falsa noticia sobre la separación de la región de Flandes del resto del país, asunto que produjo escándalo en Bélgica y reavivó el siempre presente debate sobre el poder y alcance de los medios de comunicación.
En su momento, algunos acusaron a los responsables de falta de ética profesional y mal gusto, mientras otros los felicitaron por permitir llevar el tema flamenco y la unidad belga de nuevo a la palestra pública. Algún estudio de opinión mostró que un 90% de los televidentes belgas creyeron que la información era cierta, y que un pequeño porcentaje lo siguió creyendo a pesar de que la misma televisora desmintió la noticia, incluso a través de cintillos informativos durante la segunda media hora del programa.
Pero a un mes del evento, el mismo nos luce tan añejo como aquel que le sirvió de inspiración: la transmisión en 1938, por parte de Orson Welles y su compañía de teatro, de una versión de La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, sin previo aviso, interrumpiendo la programación regular y a modo de noticiero, lo que produjo el pánico y la creencia en muchos estadounidenses de que una verdadera invasión marciana se estaba produciendo.
Desconozco el estado de la cuestión belga, pero estoy pendiente si en el futuro, el 14 de diciembre de 2006 se convierte en una fecha decisiva en el debate sobre el destino del país y de la comunidad flamenca de Flandes, tan distinta cultural e históricamente de la comunidad francófona y su región de Valonia. Pero por lo pronto, pareciera que el apócrifo programa sobre la independencia de Flandes no ayudó tanto a la causa flamenca como a la historia de los efectos nocivos de los medios y su poder para fabricar y torcer la realidad. No nos extrañe, que el episodio de la independencia de Flandes sea utilizado como explicación y justificación de iniciativas para introducir controles y filtros sobre los contenidos mediáticos en Bélgica, Europa y el mundo, aun cuando el país siga siendo exactamente el mismo que antes del programa.
En su momento, algunos acusaron a los responsables de falta de ética profesional y mal gusto, mientras otros los felicitaron por permitir llevar el tema flamenco y la unidad belga de nuevo a la palestra pública. Algún estudio de opinión mostró que un 90% de los televidentes belgas creyeron que la información era cierta, y que un pequeño porcentaje lo siguió creyendo a pesar de que la misma televisora desmintió la noticia, incluso a través de cintillos informativos durante la segunda media hora del programa.
Pero a un mes del evento, el mismo nos luce tan añejo como aquel que le sirvió de inspiración: la transmisión en 1938, por parte de Orson Welles y su compañía de teatro, de una versión de La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, sin previo aviso, interrumpiendo la programación regular y a modo de noticiero, lo que produjo el pánico y la creencia en muchos estadounidenses de que una verdadera invasión marciana se estaba produciendo.
Desconozco el estado de la cuestión belga, pero estoy pendiente si en el futuro, el 14 de diciembre de 2006 se convierte en una fecha decisiva en el debate sobre el destino del país y de la comunidad flamenca de Flandes, tan distinta cultural e históricamente de la comunidad francófona y su región de Valonia. Pero por lo pronto, pareciera que el apócrifo programa sobre la independencia de Flandes no ayudó tanto a la causa flamenca como a la historia de los efectos nocivos de los medios y su poder para fabricar y torcer la realidad. No nos extrañe, que el episodio de la independencia de Flandes sea utilizado como explicación y justificación de iniciativas para introducir controles y filtros sobre los contenidos mediáticos en Bélgica, Europa y el mundo, aun cuando el país siga siendo exactamente el mismo que antes del programa.
2 comentarios:
No vaya a ser, Luis, que a la final no seamos más que un comercial de alguna televisora y esperemos aturdidos el final de nuestra existencia con un cambio de canal.
¿Cómo te preparas para el cumpleaños de tu blog?
Bueno, siempre y cuando seamos nosotros mismos quienes tengamos el control remoto...
La verdad, no me había fijado que ya me aproximo al año, no sé, acepto ideas para el aniversario.
Saludos,
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