Gracias a una serie de excelentes entradas de Vivir es Cuestión de Método, me interesé por la controversia detrás del veredicto del Concurso de Inéditos de Monte Ávila, a tal punto que le comenté a un amigo que cubre la fuente literaria que podía hacer algo sobre el asunto. ¿Su respuesta?: Eso siempre ha pasado así.
Más allá de preguntarle por qué, si siempre ha pasado así, los veredictos de los concursos literarios siguen siendo noticia, me pregunté qué vi de novedoso en esta controversia. Y la única respuesta que tengo es que sucedió a los ojos de cualquiera. Que los concursos literarios tengan o no alguna maña; que el mundo literario venezolano es tan pequeño que es difícil no conocer a algún miembro del jurado; que la definición de inédito quedó algo desdibujada; que los libros una vez publicados hablarán por sí solos; que la discusión se desvió hacia la posición de las comas en un texto; que las más duras críticas vinieron desde el anonimato; todo eso palidece ante el hecho de que varios blogs le dedicaron entradas al tema y que algunas de esas entradas recibieron numerosos comentarios y generaron apasionados dimes y diretes, amén de la cantidad de lectores que, como yo, fuimos testigos inmediatos o tardíos del tema.
La noticia detrás de esta controversia es que al contrario de las que generaban otros veredictos, ésta dejó de ser un comentario de pasillo, un lamento o una burla entre cervezas, para convertirse en tema atestiguado por cientos de personas y listo para ser traído a colación con lujo de detalles desde los archivos de los blogs. De repente el resultado de todo esto es un inesperadamente alto volumen de ventas de los libros ganadores, o todo lo contrario; solo el tiempo dirá si esta noticia fue más bien una anécdota o si, parafraseando a Ana Scott, el personaje de Julia Roberts en Notting Hill, los blogs nunca se olvidan.
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