Ayer recibí el último correo electrónico tranquilizador; pero como a decir de José María Cano me he ido quedando calvo de tanto pensar, inmediatamente después de recibir el correo comenzó una nueva intranquilidad. Porque después de todo, tenía años, a lo mínimo meses, sin saber de mis viejos amigos que viven en Minneapolis hasta que me contestaron que no les había pasado nada, que no estaban circulando por el puente colapsado. ¿Tenía que caerse un puente para volver a entrar en contacto con ellos? Tal vez sí, tal vez no.
Lo cierto es que nuestras preocupaciones se han vuelto mundiales, no porque los medios de masas nos alienen y hagan que nos interese más el puente en Minneapolis que los continuos accidentes en la bajada de Tazón, sino porque lo que sucede lejano cuando nos toca lo hace personalmente. La tragedia en Minneapolis se me hizo cercana porque tuvo nombre: ¿Estará bien Esteban? ¿Billy sigue en NY o ya volvió a Minneapolis? Y de pronto, por esa individualización, lo lejano pasa a ser lo que está a tu alrededor, lo que incluso te puede suceder de un momento a otro, porque los accidentes de Tazón son un colapso diario, son un puente que todos los días se cae.
Cada quien es su propia Aldea Global: un grupo de amigos y familiares que se expandieron por el mundo y que por eso mismo están más cerca que muchos otros que permanecen a nuestro alcance inmediato.
Play cumple cinco años
Hace 4 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario