Con el reconocimiento por parte de la FARC de que no tenían a Enmanuel y su casi tierna acusación al gobierno colombiano de haber secuestrado al niño, no solo le otorgaron cien años de perdón a este gobierno sino que dejaron muy mal parado al gobierno venezolano, porque a lo menos, el presidente Chávez tendrá que dar su versión de lo sucedido: Si sabía o no sabía que Enmanuel no estaba en manos de las FARC no importa, cualquiera de ambas posiciones lo dejarán muy golpeado en el único escenario que le interesa, el de la opinión pública internacional.
Yo me aventuro a dar una explicación de lo sucedido: Una vez que el gobierno colombiano puso fin a la mediación del presidente Chávez y éste decidió continuar con su operación de rescate de los rehenes, el escenario para las FARC cambió, la negociación ya no era con el gobierno colombiano sino con particulares, los familiares de los rehenes. Así, las FARC actuaron como actúan en esos casos, muy lejos de cualquier ideal revolucionario y muy cerca del peor de los espíritus capitalistas, el que ve precios y beneficios económicos en el tráfico de vidas humanas. Las FARC fijaron un precio que alguien (¿El gobierno venezolano?) pagó y decidieron que si pagaron una vez podrían pagar otra, utilizando la excusa de los enfrentamientos con el ejército colombiano para suspender la entrega. El presidente Chávez, en su necesidad de dar un golpe de efecto tras la suspensión de su mediación, se comportó como un novato precipitado, se tragó completico el bluf de las FARC que negociaron a un secuestrado que no tenían y ahora tiene que comenzar de nuevo, pero en una posición de minusvalía, pues alguna desconfianza tendrá que mostrar hacia sus interlocutores de las FARC y alguna precaución frente a la fortaleza del gobierno de Uribe, que con la intercepción de las pruebas de vida y la recuperación de Enmanuel ha dado impresionantes muestras de anticipo y control sobre las actividades de las FARC.
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