Si los pluralistas y los tolerantes a toda prueba me permiten la siguiente opinión, creo que tanto el pluralismo como la tolerancia son valores que no se pueden reivindicar como irrenunciables, porque quien los profese tiene la obligación, el deber, de enfrentarse a las posiciones que buscan acabar con toda disidencia y con toda diferencia. Aquél que piense que hay contradicción en ello y sienta que su deber como tolerante es tolerar a los que abiertamente pretenden abolir cualquier corriente de pensamiento o creencia distinta, entonces estará convirtiéndose en colaboracionista: en nombre de la tolerancia trabajará para la intolerancia, y ésa es mucho peor contradicción.
2 comentarios:
O séase, que la intolerancia es lo único que no se puede tolerar.
Parece Perogrullo, pero se ve a cada rato cuando de manera blandengue se dejan pasar los insanos ataques a la civilidad y a la pluralidad con un tibio tú piensas así y estás en todo tu derecho. Tal actitud nos acerca cada vez más al qué bueno que estamos en un país libre y por eso dejo que manifiestes en mi contra...
¿O en este país caben todas las ideas, incluso la de que sólo caben las ideas afines a las de Aquél? Creo que esa idea no cabe...
Ahí está la clave: los insanos ataques a la civilidad y a la pluralidad se visten de opiniones que deben medirse igual que las de aquellos que emiten sus opiniones en busca de lograr acuerdos o posiciones compartidas. ¿Dónde debemos trazar el límite y decir que no podemos tolerar estas posiciones sin que ello signifique que estamos siendo intolerantes? Ahí está lo difícil
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