Al salir del país uno se pregunta si se puede seguir opinando con la misma frecuencia, con la misma pertinencia, con la misma urgencia sobre los temas de los que siempre se ha opinado. Y la respuesta que uno quiere darse es que sí, que lo que se pierde son los detalles de la primera fila y se gana la vista panorámica de las butacas traseras. Pero uno suele recordar más el sudor deslizándose por la sien del actor que la posición que ocupaba todo el elenco en una escena. Y aunque luchemos contra ello, las opiniones se vuelven asépticas porque la distancia no permite sentir el aroma, el gusto, el ruido, el color natural de los hechos. Ahí siempre estará Onetti, recordándonos que no hay peor mentira que decir la verdad ocultando el alma de los hechos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario