Buscar en la Pulga

22 de noviembre de 2009

Pixies: la rebelión contra el tiempo

Nunca Black Francis fue tan omnipresente. Porque a donde uno volteara, Black Francis parecía estar ahí. Gorditos pelones en sus tempranos cuarenta o tardíos treinta parecíamos mayoría en una multitud que llenaba los vetustos espacios del Aragon Ballroom en Chicago. Ya Mick Jagger y Lou Reed nos han enseñado que el rock es para siempre, pero ese es el rock de los superstars, de los chicos malos, faltaba demostrar que el rock de los gallos también lo es y por eso es tan importante que los Pixies regresen y se mantengan y suenen mejor cada vez. Kim Deal luce cada vez más como una mamá buscando a sus tres hijos en sus primeras fiestas nocturnas; Francis pareciera a punto de no alcanzar las cuerdas de su guitarra debido a la barriga; y David Lovering y Joey Santiago son tipos que te encontrarás en The Home Depot.
Pero eso dura hasta que salen a escena y ese momento lo anunció nada más y nada menos que el histórico cortometraje Un Chien Andalou exhibido en las pantallas, que justo al finalizar dio paso a los acordes de Dancing the Manta Ray, uno de los lados B del disco Doolittle.

La excusa para la gira 2009 de los Pixies es celebrar los 20 años de Doolittle, así que el concierto comenzó con los cuatro lados B del disco, Dancing the Manta Ray, Weird at my School, Bailey's Walk y Manta Ray, suficiente para impresionarnos con la calidad y limpieza del sonido. La voz de Deal es idéntica a los discos de finales de los 80 y el control de Francis sobre su garganta para dar esos alaridos inconfundibles sin desafinar nunca, no ha cedido un ápice, mientras que la guitarra de Santiago suena con la furia y el hambre de siempre. La energía que se desprende de la música de Pixies no necesita de un concierto para sentirse, pero la nitidez de su sonido es increíble, la experiencia de escucharlos in situ es superior a cualquier expectativa. La banda hace los quiet loud loud quiet con una facilidad que hace pensar que se mantuvieron tocando juntos estos veinte años, como si nada hubiera pasado entre ellos.

Pero si el tiempo no curó las heridas, al menos las hizo inocuas, y ahí están en 2009, tocando el disco Doolittle de principio a fin y en perfecto orden, primero Debaser, pasando por Tame, Wave of Mutilation, I Bleed, Here Comes your Man, Dead y Monkeys Gone to Heaven que, como Deal anunció, ponía fin al lado A del disco.

Luego continuaron con Mr. Grieves, Crackity Jones, La La Love you, No. 13 Baby, There Goes my Gun, Hey, Silver y Gouge Away. Deal fue la única que intercambió palabras con el público, pero eran palabras como "Sides B", no mucho más, el asunto de la banda es tocar y sobre todo divertir. El video que da fin a la primera parte del show, con ellos despidiéndose en la pantalla, es una de las cosas más divertidas que haya visto, con los cuatro Pixies tratando de invitar al público a hacer la ola y saludando como si no supieran que más hacer.

La banda regresó para tocar otros dos lados B, tal como volvió a anunciar Deal: Wave of Mutilation en la versión UK Surf e Into the White, y volvieron a salir de escena para regresar con un set increíble.

The Holiday Song fue seguida por Something Against You y Vamos, donde Joey Santiago tuvo su acostumbrado gran momento de la noche, que no sería el único, pidiéndole a Lovering que le lanzara la baqueta y haciendo un solo utilizándola como si fuera el arco de un violín. Después tocaron Where is my Mind? en lo que parecía el final de la noche, pero cuando ya saludaban en el proscenio, un eufórico Santiago comenzó a preguntarle al público si quería una más y señaló a sus compañeros pidiéndoles otro tema. Regresaron a los instrumentos y tocaron Gigantic, tema en el que Santiago tuvo su segundo gran momento: en lo que se me antojó un ajuste de cuentas con la historia, comenzó a tocar la guitarra como si se tratara de un guitarrista de heavy metal, haciendo velocísimos riffs y tomando posturas de aquellos guitarristas que en los ochenta dominaban la escena musical con sus solos sin sentido y sus melenas enlacadas. Así terminó la noche. Una noche inolvidable, que dejó en claro que los Pixies son para siempre.

No hay comentarios.: