Ahora le tocó el turno a Orsai: a través de un sentido artículo anunció su renuncia a sus columnas de opinión en los dos periódicos donde era firma habitual y a seguir editando libros con las casas filiales de Random House Mondadori. Como en casos recientes de escritores con éxito de venta que renunciaron a seguir publicando con casas editoriales tradicionales, no faltará quien señale que la movida de Orsai se debe a que él puede hacerlo debido a la resonancia que a través de sus espacios en Internet tiene cada vez que escribe. Pero en el caso de Orsai al menos dos cosas merecen la pena ser destacadas:
1-Orsai fue (es) un fenómeno social media. Su base de lectores la construyó en Internet y por ello las editoriales se acercaron a él para que publicara bajo un sello que le garantizaría presencia en las librerías de Iberoamérica. Que un grupo editorial como Random House no lo haya logrado mantener aunque sea contento, habla de un modelo de negocios que tiene problemas para brindarle buenos incentivos a quien representa su insumo principal: el escritor.
2-Orsai tiene una insatisfacción con su paso por las editoriales tradicionales que va más allá del "vender por cuenta propia". Lo que señala Orsai de Grijalbo es devastador para una industria editorial que, por ejemplo, en el libro Dublineses de Enrique Vila-Matas es considerada básicamente muerta. Que un editor cambie el equipo Racing por el equipo América porque el texto es para México, es tanto menosprecio por el lector como por el escritor. A ese trato para con él y para con sus lectores es a lo que renuncia Orsai.
Se percibe un importante molestar y resentimiento contra la industria editorial en cada una de esas renuncias a seguir publicando con la vieja estructura. No parece que sea el e-book o la autoedición la que está poniendo en peligro la supervivencia del sector editorial, es la relación autor-editor la que no anda nada bien.
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