En 2010, Roberto Alomar apareció por primera vez en la papeleta de votación para el Salón de la Fama del Béisbol y prácticamente quedó al borde de la gloria, al obtener 397 votos, a solo 8 de los 405 necesarios para alcanzar el 75% que abre las puertas de Cooperstown. Este año, Alomar ingresó por todo lo alto a la inmortalidad, al obtener un 90% de votos, 523 menciones sobre un total de 581 papeletas recibidas.
Lo interesante-extraño es que ese 581 significó un incremento de 42 papeletas recibidas respecto al 2010, cosa que elevó el umbral para ser electo a 436 votos. La diferencia entre 436 y los votos que recibió Alomar en 2010 es 39, número extraordinariamente parecido al incremento de papeletas en 2011. ¿Un caso de olvido colectivo corregido este año por estos votantes que apoyaron a Alomar?
Claro, eso no explica las casi 100 menciones adicionales, que hicieron que Alomar viera su votación aumentar de 397 a 523 en un año. Una de las malas mañas más publicitadas de la BBWA (por sus siglas en inglés) es que algunos de sus miembros no votan por nadie en su primer año de elegibilidad. Desde 1990 solo otros dos jugadores, además de Alomar, han ingresado al Salón de la Fama en su segundo año de aparecer en la papeleta. Rollie Fingers en 1992 y Carlton Fisk en 2000. Ambos, como Alomar, quedaron muy cerca en el primer año, pero ninguno vio en el siguiente el caudal de aumento de votos que el puertorriqueño (Fingers pasó de 291 a 349 y Fisk de 330 a 397). 126 votos más en un año hace sospechar que en el caso de Alomar no se trató de malas mañas sino de miembros de la BBWA que al parecer hicieron su tarea solo cuando el mundo del béisbol se consternó al conocer que Alomar no fue electo en su primera oportunidad.
Queda, por supuesto, la posibilidad de que un importante número de esas menciones sea producto de nuevos votantes, que ganaron este año su derecho a elegir a los miembros del Salón de la Fama, lo cual hablaría de una brecha generacional bastante significativa.
Pero independientemente de estos extraños números, Roberto Alomar está donde debe estar: entre los más grandes de la historia del béisbol.
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