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7 de junio de 2008

Teclados que lloran el silencio del poeta

Sé que Eugenio Montejo navegaba por Internet porque solía pedirle a Olivia, mi esposa, que lo ayudara cuando tenía problemas con su conexión. No sé mucho más, no sé qué páginas visitaba o si en un arranque de egolatría o de inseguridad escribía su nombre en Google para ver cuántas páginas le devolvía el buscador. Tampoco me atrevería a especular cuál sería su reacción si hoy lo escribiera en Google Blogs, pero si se quiere conocer el profundo impacto que la muerte del poeta ha tenido, hay que visitar las distintas bitácoras donde desde escritores reconocidos hasta simples amantes de la obra de Montejo dan muestras del respeto y del dolor que produjo su silencio.
Al momento de escribir estas líneas, casi a punto de cumplirse 24 horas de la muerte del poeta, Google Blogs reseña 68 entradas sobre Eugenio Montejo producidas en el último día: algunas simplemente reproducen notas de periódicos o dan cuenta de ciertos hitos en la vida del poeta, de sus libros publicados, de sus premios Nacional de Literatura e Internacional de Poesía Octavio Paz, así como de la insaciable enfermedad que se lo llevó. En otras entradas admiran al poeta a través de sus poesías y hoy es más fácil que nunca conseguirse versos de Montejo en Internet: Amantes, Dura un hombre menos que una vela, Escritura, Un canto para el tordo, Los Árboles, Si vuelvo alguna vez, entre otros, sin que falte, por supuesto, el fragmento de La Tierra giró para acercarnos que se recitó en la película 21 gramos y que lo convirtió en una especie de héroe pop de nuestras letras. Pero también encontramos entradas donde sus autores necesitaron expresar con sus propias palabras las emociones que sentían por la mudez del poeta.
Y como si el poeta se las hubiera llevado consigo, la primera de esas emociones precisamente es la falta de palabras. Así lo expresan César (“¿Qué palabras se pueden ofrecer ante la desaparición de un gran poeta? Nada... Queda un gran vacío en la palabra... en el espacio de la palabra... Queda la necesidad, el deber de retomar esa palabra...”) y Fernando Escorcia (“Nunca antes habían sobrado las palabras. Nunca antes como hoy faltan palabras para despedirlo. Silencio y la inmensa terredad que nos dejó con su verbo”). Víctor Vegas dice que si alguien debe estar de luto es la palabra en español, ya que “murió uno de sus mayores amantes, un laborioso artesano que siempre se acercó a ella con respeto, admiración, cuidado y esmero”. De la forma como la palabra del poeta quedó impresa en nosotros habla Joshua, haciendo una declaración generacional, “Si mi padre fue de Neruda, yo soy de Montejo”. Níyume agrega la universalidad de ese sentimiento: “Eugenio Montejo-dice una amiga mía- es de todos nosotros, de todos los venezolanos, pero hoy luego de recibir varias llamadas del extranjero lamentando la pérdida del poeta, descubro que es de todos los que lo quieran, los que conozcan su obra y entiendan el maravilloso mundo de sus letras”. Guachafitera habla de su relación íntima con los versos de Montejo, cosa que aumentó el estupor ante su muerte: “Pocas estrofas de poetas me logran estremecer. Por eso, saber que el que partió es el mismo que desde hace poco se había convertido en el autor de mi libro de cabecera, me estremeció tanto como sus letras”, mientras que José M. Ramírez, gracias a su hijo y a la propia poesía de Montejo sabe dónde reposara el alma del poeta: “Fue hace algunos años cuando escuché de su boca ese anhelo, que lucía exótico en un caballero del siglo XIX como era él, de ir a nuestras antípodas climáticas. Hoy entiendo que esa sensación que el poema dejó en mí, sensación de extrañamiento, de ansia, no era descabellada. Hace poco mi hijo dijo que si tuviera que emigrar se iría a Islandia, decía que era una tierra de gente sensible. ¿Que mejor lugar, entonces, para Eugenio Montejo?”.
Son varios los que hablan de su trato personal con el poeta, empezando con el antes citado Escorcia, que lo fotografió cuando Montejo visitó su restaurante en Pampatar. Jacqueline Sokolovic habla de su paso por un taller con el maestro, quien al mandarle a leer a Machado se impresionó: “Me dijo que sabía leer poesía; que le parecía tan sorprendente que supiera hacerlo porque no todo el mundo tiene ese don, mientras a mí me temblaban las piernas. Recuerdo que le respondí una barbaridad cuando quería decirle que realmente amaba la poesía tanto como él”. Juliana Boesner expresa la nostalgia que sentirá al saber “que ya no lo encontraremos en algunas de las calles de Los Palos Grandes al comprar el periódico, que no habrá posibilidades de un café ni de escucharlo más. Su voz suave, elegante, se ha hecho una definitivamente con el universo”.
Pero él que definía a los poetas por su época y no por su geografía, era una voz de claridad en tiempos vociferantes y de destrucción de las palabras, y son muchos los que extrañarán a ese Montejo atento y comprometido con su entorno. ElCapo lo llama un “baluarte contra la oscuridad en este país sombrío e inverosímil”, mientras Héctor Torres hace referencia a esa obligación que sentía el poeta por defender el significado de las palabras, recordando una rueda de prensa que dio a propósito del “lanzamiento del taller Escribas, hace algunos años. Alertó a los presentes de que lo más peligroso de los totalitarismos no era que pretendían cambiar el sentido de la realidad, sino que pretendían cambiar el sentido de las palabras, y que por ello era nuestro deber luchar por preservar el idioma y sus significados”. Rafael Rattia se lamenta por la partida de Montejo justo “Cuando más falta hace la voz lúcida y valiente del poeta en tiempos de borrasca societal; cuando, en medio del fragor de voces aceradas por la diatriba ínsita a la vindicta pública y de los antagonismos consubstanciales al debate propio de la polis y su ágora que pugnan por sostener la coherencia y el tono morigerado de la palabra en medio del ruido estridente y ensordecedor de las consignas vacuas de la revolución que exhortan al fratricidio cívica y a la exterminación recíproca”. Para Rattia, los venezolanos quedamos íngrimos, a la intemperie y en el desamparo con la partida de Montejo. Pero el Sr. Cobranza desde Panfleto Negro piensa que el poeta más bien se liberó de nosotros, porque debido a esa estatura alcanzada “eras el centro de la atención/ Y la gente te fastidiaba/Y te pedían autógrafos/Y todo porque eras el hombre de 21 Gramos…/ tu poesía ya alcanzó la inmortalidad más allá del bien y del mal/El resto es pura mentira/Lo demás será caldo de cultivo para fondos editoriales/Ahora todos son tus dolientes y de eso sacarán mucho provecho/Te envolverán en papeles literarios y te homenajearán con pasapalos de salmón/Nelson no te va a pelar/Relectura ni hablar, después de criogenizar a Pancho/Es la ley de esta cultura lastimosa condenada a deglutir sus propios despojos/Holocausto Caníbal/Ya eres una fecha en el almanaque, una excusa para vender, una basura en proceso de reciclaje y depuración institucional”.
Necrofílica como es la idea actual de cultura, no es difícil imaginar los homenajes que vendrán, las reediciones que saldrán y las ventas que se multiplicarán de sus poemas, pero lo que pudimos ver por Internet es que la poesía de Eugenio Montejo habita un lugar muy especial en nosotros y así como su breve paso por 21 Gramos abrió a muchos el universo de la palabra de Montejo, su muerte se lo abrirá a otros y es ahí donde reside la grandeza de la palabra poética, que trasciende a quien la crea, porque “cuando parte/siempre deja la tierra más clara”.

4 comentarios:

Christian Díaz Yepes dijo...

Ofrezco este tributo a Eugenio en el lenguaje que nos unión en esta tierra que amamos con pasíon. En En su destello de eternidad, ahora la poesía nos une por siempre.



Elegía

A Eugenio

Salí a tu calle de siempre para encontrarte, hermano.

Tarde a tu paso, cada tarde se hacia lumbrera entre esos musgos
que hurgábamos con el asombro
del esposo enamorado de la tierra.

Así, sin más, yo iba o tú venías
con el silencio de alma de quien busca en el alma
aquello que nunca se extingue.

“Tenemos que aferrarnos –me decías- a lo más puro que tenemos
sostenido en la poesía”.

Qui beatum nuntion non portat…

Y tú la traes al paso
de quien entrega un baluarte infinito.

“Sostente en la poesía, déjate sostener por ella
en un mundo que se cae”.

Alguien tendrá que recogerlo, no temas…

Como niños ante los mares,
volvemos a nuestro hurgar entre la
brisa
para excavar lo que nunca podrá morir.


Christian Díaz Yepes

Luis Alejandro Ordóñez dijo...

Un saludo solidario, muchas gracias por dejarnos tu poesía por estos lares.

Anónimo dijo...

Entré de casualidad a tu blog y acabado de leer el texto que le escribiste al gran Eugenio Montejo...que me hayas mencionado es un honor para mí, gracias.

Felicidades por tu blog, es excelente.

Luis Alejandro Ordóñez dijo...

Gracias Jaqueline por tu visita y tu bonito comentario, el honor es para mí, qué bueno que te haya gustado el blog y en especial el texto sobre Montejo.