Continuando con la biografía de Gioconda Belli, hay un pasaje donde ella reflexiona sobre lo que pensarán sus hijas del semi abandono a que las ha sometido debido a su lucha política y clandestina contra el régimen somocista. Al respecto dice "...yo y muchos como yo trabajábamos para que ellas crecieran en un país donde todos los niños pudieran comer, vestirse, ir a la escuela. Un país sin dictadura, sin Somoza".
El punto y seguido es mucho más que un recurso de la narración, es la expresión de una estructura de pensamiento, porque entre ambas ideas realmente hay que hacer un punto y seguido, una ruptura en el hilo argumentativo. Las luchas por lograr un régimen donde los ciudadanos alcancen cotas satisfactorias de beneficios no necesariamente tengan que ver con las luchas por lograr un régimen de libertades políticas, pueden incluso ser luchas completamente distintas. Es siempre un diálogo de sordos aquella discusión donde una parte censura que un presidente se haya mantenido en el poder durante cuarenta años hasta que por enfermedad es sustituido por su hermano y la otra habla de logros en salud, educación y deportes. La necesidad de libertades políticas tiende a ser una dimensión completamente ajena para personas que esperan beneficios puntuales y por eso la pregunta que se suele hacer en estudios de opinión en Latinoamérica y que arroja resultados siempre favorables a la renuncia de libertades políticas en nombre de mejoras económicas es una pregunta sesgada y tramposa desde el principio.
Si los niños pueden comer, vestirse e ir a la escuela, no cancela la necesidad de un país sin dictadura. Y el país sin dictadura no es suficiente para conseguir que los niños tengan todas esas cosas. Los argumentos de una necesidad no deberían ser utilizados o confundidos con los argumentos de la otra. Pero es muy común verlos confundidos, sobre todo, tristemente, cuando se intenta defender la necesidad de regímenes democráticos, convirtiéndola sólo en una necesidad de mejoras puntuales, de obtención de ciertos beneficios, cuando nada de eso está garantizado con la democracia. Con un régimen democrático sólo garantizamos, y para nada es poca cosa, que el acceso al poder en una sociedad se realice a través de reglas y procedimientos conocidos, reconocidos, aceptables y cumplibles por cualquiera.
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