Buscar en la Pulga

4 de septiembre de 2007

Cierta clase de público

Recientemente fui a Brujas, un espectáculo teatral de esos que no te defraudan: Uno sabe qué tipo de texto, de puesta en escena y de actuaciones vas a observar y siempre te dan exactamente eso. Quizás por ello estuve más pendiente de las reacciones del público de lo que hubiera estado en otro tipo de evento. Y realmente me sorprendió.
El público asistente no estuvo dispuesto a hacer ninguna concesión: Fueron a reírse a carcajadas y no salieron de ese estado de ánimo en ningún momento, a pesar de que el texto, sin tener ningún atributo especial, buscaba develarnos la tragedia detrás de una amistad mantenida bajo el peso de dobles vidas y de terribles secretos guardados por casi treinta años. Ese público hace el simulacro de ser un gran público, un público cálido y receptivo, pero no deja espacio alguno para otra reacción que no sea la carcajada, la carcajada es su única empatía, la carcajada es su forma de conmoverse con lo que le sucede a los personajes. Y el final del simulacro es aplaudir de pie, que no una ovación, simplemente se aplaude de pie, las actrices vuelven una vez al proscenio y el público se va, ya está bueno, ya hice lo que tenía que hacer.
Si bien existe toda la complicidad de los responsables del espectáculo, por momentos los sentí víctimas de su público. Y terminé preguntándome si el espectáculo es producto de lo que sus creadores piensan que el público quiere o es el resultado de lo que se atreven a darle al público. Porque me imaginé qué pasaría si unos acordes muy simples, o una ida a negro preparara el terreno para un cambio en el estado de ánimo de los personajes y con ello para el nacimiento de cierta empatía con sus dramas. Me imaginé las risas ahogándose en la garganta debido a la pena que el público comenzaba a sentir por los personajes, unos personajes que no deberían haber causado otra cosa que pena. Me imaginé la obra sin los chistes fórmula, salvadidas que permitían a la gente ignorar que nos acababan de dibujar una vida miserable para poder volverse a reír a carcajadas. Me imaginé todo eso y vi el talante especial que se necesita para ser quien decide enfrentarse a esa clase de público con la idea de darle algo que no espera para sacarlo de su comodidad, de su carcajada aséptica. Cómo hacen falta esos talantes.

2 comentarios:

luis dijo...

me gusto muchisimo el cuento del avatar. cais te tengo envidia.
consegui este blog por pura casualidad. Y me consigo con la sorpresa que me tienes linkeado.
de pana y tood mete tu blog en los buscadores, veneblog, to2blog, blogalaxia y en todos los que consigas por ahi, de esa manera legaras a un mayor publico, si eso es lo que quieres. y los que nos gusto podemos encontrarte de nuevo, y no por pura casualidad.
Para mi es un blog excelente, me gusto mucho todo lo que lei

Luis Alejandro Ordóñez dijo...

Muchas gracias por tus comentarios, Luis, la idea con el avatar es continuar la investigación, espero que te mantenga interesado hasta el final. Tengo el blog en veneblogs y to2blogs pero hago ping muy esporádicamente, sin duda tengo que tratar de hacerlo más a menudo.
De paso, tu blog me gusta mucho, lo conocí hace poco y de inmediato lo puse en mi lista de favoritos. Mucísimas gracias, un gran saludo