Qué distinta habría sido la historia si la doctrina Monroe hubiera sido enunciada por un país con un pavo en su escudo o si en los trajes de los astronautas lo que estuviera bordado fuera no un águila calva sino un pavo también calvo que al mostrarse de perfil dejara ver su majestuoso buche colgándole. Eso fue lo que pensé cuando leí que Benjamin Franklin había propuesto al pavo como símbolo de los Estados Unidos pero fue derrotado por el águila calva.
Al buscar más sobre el asunto me encontré que lo más curioso de esta historia es que nunca sucedió. Lo que hizo Franklin fue quejarse de la selección del águila calva en una carta que le escribió a su hija, y al hablar del diseño de la insignia que pasaría a ser el sello oficial de la nación, dijo que estaba tan pobremente dibujada que el águila más bien parecía un pavo, agregando que incluso el pavo sería mejor que el águila calva. Esto bastó y sobró para que hoy en día siga apareciendo hasta en textos escolares (que en un texto escolar fue donde lo leí) el dato sobre el debate que Franklin sostuvo y perdió en nombre del pavo. El que el mito se mantenga quizás tenga que ver con la importante relación que este país mantiene con el pavo, pero no deja de ser interesante encontrarse que una leyenda, a pesar de muchos desmentidos y aclaraciones, siga apareciendo como parte de la historia oficial.
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