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20 de octubre de 2007

Urica

Levantó la mirada y pensó en la historia que le contaban de niño en Oviedo, aquella de un caballero que espantó a los moros incluso después de muerto. Quiso gritar, decirle a sus llaneros que lo pusieran de nuevo sobre el caballo, pero la sangre le inundó la garganta y el miedo que despertaba sólo con la articulación de su nombre comenzó a disiparse en la sabana mientras los patriotas huían derrotados pero felices.

2 comentarios:

Santiago Maisonnave dijo...

Buena imagen. Potente.

Luis Alejandro Ordóñez dijo...

Muchas gracias, nos estamos leyendo...