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11 de marzo de 2009

Caracas, vicepresidencia de facto

Como un adefesio sin sentido catalogó Cilia Flores, presidenta de la Asamblea Nacional, a la Alcaldía Metropolitana de Caracas. Lo hace mientras anuncia la necesidad de una autoridad única para la ciudad que sería designada, por supuesto, por el ejecutivo nacional, un nuevo ministro del gabinete del presidente Hugo Chávez. Lo hace, también, justo cuando el cargo de Alcalde Metropolitano lo ocupa un dirigente opositor que intenta precisamente ejercer las funciones que el pueblo de Caracas le mandó a ejercer mediante el voto. Pero no lo hizo, por ejemplo, cuando el anterior Alcalde Metropolitano prefirió no ejercer las funciones de su cargo entregándoselas al ejecutivo nacional en un acto de transferencia de competencias de dudosa legalidad. Hubiera sido un gran momento: el alcalde Juan Barreto entregaba su competencia sobre la Policía Metropolitana y la presidenta de la Asamblea vociferaba "¡es que la Alcaldía Metropolitana es un adefesio sin sentido!", agregando la coletilla de que pronto iban a crear la figura de Vicepresidente de Caracas.
Lo interesante es que el adefesio es inaguantable luego de diez años de deuda legislativa para con la ciudad, de no transferirle recursos ni competencias que incluso la muy mala ley del Distrito Metropolitano de Caracas exigía y más bien de quitarle competencias a ese Distrito. ¿Es un vicepresidente lo que necesita Caracas? Pero si ya lo tiene y la ciudad es un desastre. Lo tiene porque Caracas no legisla ni decide sobre sus autopistas, y cuando lo intenta le salen con recursos de amparo, no legisla ni decide sobre su transporte porque lo hace el Metro, no legisla ni decide sobre su agua porque lo hace el Acueducto Metropolitano, no legisla ni decide sobre su seguridad porque ahora lo hace el Ministerio de Interior y Justicia, ni siquiera puede tener verdaderos planes estratégicos, porque la Fuerza Armada decide sobre los terrenos más importantes de la ciudad y a cada rato cambia las zonificaciones y el uso del Fuerte Tiuna y del Aeropuerto La Carlota. En fin, el problema de la ciudad no es la falta de un vicepresidente, es la ausencia de autonomía. Los caraqueños, participando en la toma de decisiones y a través de sus representantes electos, con transparencia y rendición de cuentas, harían muchísimo más por la ciudad que cualquier autoridad única que tenga que sentarse ocho horas los domingos en Aló Presidente o que sea nombrada jefe de campaña de cualquier desvario presidencial. Pero claro, esa no es la preocupación de la Asamblea Nacional; la preocupación de la Asamblea es que en la Alcaldía Metropolitana hay un opositor.

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