En la más reciente
Poets & Writers,
Amy Shearn escribe un interesante artículo titulado
La venganza de los nerds, en el que se pregunta dónde quedaron los escritores malditos, esos que escribían una obra sólida, influyente y perdurable mientras se enfilaban hacia la autodestrucción o le hacían la vida miserable a todos cuantos le rodeaban. Lo que ve Shearn hoy en día, es un gremio tan preocupado por escribir, por pagar sus Master in Fine Arts y por mantener una relación firme y sólida con sus agentes y editores que la pone a especular si esto está produciendo un cambio cualitativo en la literatura estadounidense actual. Si bien Shearn se las apaña para concluir que los enfants terribles siguen ahí pero que no le interesan a nadie porque los escritores han dejado de ser importantes, o por lo menos lo importantes que solían ser, apuntando sin decirlo a que el cambio cualitativo no estaría en los escritores sino en la lectoría; del pequeño perfil que realiza de la vida actual de los escritores en este país, yo me permito sacar una conclusión distinta: el monopolio que por lo visto hoy por hoy tienen los MFA en escritura sobre el interés en y la publicación de nuevos escritores, ha terminado cortándolos a todos con la misma tijera.
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