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5 de abril de 2006

Atlántida

En el 2002 recuerdo que dejé de hablar de Boris Godunov y de Macbeth debido a la escalada de hechos que llevaron al 11 de abril. Pero el Festival había sido y lo disfruté al máximo. Después vinieron un par de años de incertidumbre, de no saber si el Festival se volvería a realizar, arropado por la extraña situación que vivía el país. Pero casi tomándonos desprevenidos el Festival 2004 llegó y disfrutamos de un gran Julio César, de un excelente Sueño de una Noche de Verano y nos entretuvimos largas horas discutiendo si Compré una Pala en Ikea para Cavar mi Tumba era una obra de arte o una estafa. Sin incertidumbres, el Festival 2006 se anunció y pronto tuve en mis manos entradas para quince días de fiesta, para un viaje sin salir de Caracas a una especie de isla donde sólo importaba la sala donde se realizaría la función del día.
Pero si esa isla tiene nombre no es otro que el de la Atlántida, a punto en cualquier momento de ser tragada por el océano. En una mezcla de tristeza y rabia ante la horrible noticia que nos conmocionó a todos los venezolanos, y luego de miedo ante el no saber el posible desenlace de las distintas manifestaciones de repudio al asesinato de los hermanos Faddoul, de Miguel Rivas y ahora también de Jorge Aguirre, hoy saqué mi entrada de la cartera y la puse en mi escritorio como un inútil pero en lo personal muy significativo acto de homenaje a las víctimas. Ahí la dejaré, como recordatorio de que sólo se puede vivir en la Atlántida si se sabe respirar bajo el agua.

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