Terminado el Festival Internacional de Teatro de Caracas, llegó el momento de recapitular, de hacer el balance personal de lo visto y (si ello es posible) de lo que dejé de ver.
Empecemos dejando constancia de las ausencias. No vi a la Sanjuan porque sentí que era un espectáculo que estaba en el Festival para garantizar una gran taquilla; el presentarlo en el Aula Magna me lo confirmaba. Obtuvo buenos comentarios, otros no tanto, quizás dependía del lugar que te tocaba en la inmensa sala para ver un monólogo tipo Cabaret. No vi Israel ni Brasil porque eran danza, tampoco Reino Unido porque eran títeres. Los comentarios de los espectáculos de Israel y Reino Unido (de Brasil no he escuchado ninguno) fueron de alabanza, aunque varios apuntaron a algo que yo le habría dado importancia: la falta de una narración, de una historia, no contaban nada o lo que contaban era muy débil. No fui a Italia porque no me llamó la atención y quedó fuera de mi programación; no he oído nada sobre el espectáculo. No fui a Francia porque nunca voy a obras de Francia; no sé cuándo ni por qué me empezó mi francofobia teatral, pero mantengo la tradición con toda la fuerza de su sinsentido. Los comentarios sobre la obra son disímiles, otra vez escuché lo de la falta de una historia que sostuviera el montaje. No fui a Chile I, la historia del pianista Novescento no me gustó ni con Tim Roth interpretándola; parece que de nada me perdí. No fui a Chile II por un mal intento de utilizar el teatro como excusa para salir con alguien; me perdí un buen espectáculo, bien hecho. No vi España II, Celeste Flora, porque mi fecha coincidió con el día de protestas contra la violencia en Caracas; me salvé de un terrible espectáculo. No vi Apartamentos X, una de las más nombradas del Festival, la gente la alabó por la propuesta, cero historia, muy probablemente a mí se me habría agotado la propuesta en el momento en que toda propuesta se me agota: justo después de que me la proponen; siempre pido desarrollo y resultados, proponer es solo el primer paso de todo espectáculo. No vi venezolanas, salvo una que se me había quedado fría en su temporada; la parte venezolana del Festival es el resumen de la actividad teatral en el país, de la cual estoy pendiente y atento, por lo que no suelo tener mucho que ver en el Festival. Creo que no se me queda por fuera ninguna ausencia. Para no hacer esta entrada demasiado larga, más tarde escribiré el balance de lo visto.
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Hace 4 años.
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