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9 de octubre de 2008

Adiós al reguetón

Hay cosas que sabía que iba a extrañar y en efecto extraño; otras que pensaba extrañaría pero que no me hacen falta en absoluto; y hay cosas que nunca me hubiera imaginado que añoraría. De estas últimas, la cosa que me parece más extraño extrañar es el reguetón.
No es que quiera saber cuál es la nueva canción de Chino y Nacho, o si el Chino definitivamente cambió de profesión y se convirtió en luchador profesional. Tampoco es que quiera poner un disco con los grandes clásicos o que esté cantando Gata Fiera más de lo que la cantaba cuando estaba en Caracas. Lo que extraño es su presencia invasiva, es sentir su molestia, su ritmo cacofónico y sus letras vulgares colarse en el momento más inesperado, en el más inoportuno. Por acá, todo es silencio o música socialmente correcta, música que no sonroja a nadie mientras hace las compras en el supermercado, mientras camina viendo vidrieras o mientras espera que lo atiendan en una oficina. Al menos el reguetón me daba un culpable y un tema de conversación cuando el viaje en el autobús se hacía insoportable. Aquí, sin el repro a todo volumen no queda sino la certeza de que el trayecto es más largo de lo que debería.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Senior!... Usted no sabe como lo entiendo.

Luis Alejandro Ordóñez dijo...

Me lo puedo imaginar, un abrazote.