El asesinato de Pasolini, y su vida escandalosa, llena de acusaciones por abuso sexual a menores, de procesos contra sus películas por inmorales y decadentes, sirve de pretexto para que el dramaturgo francés Michel Azama y la gente del Argos Teatro, de Cuba, nos hablen del compromiso de un artista para con su idea de la creación, del arte, de la vida y del papel del pensador y del creador en la sociedad. Pero no sirve para develarnos en demasía al artista, al hombre, a Pasolini; siempre oculto tras sus grandes ideales, tras su responsabilidad como transgresor, tras su drama de incomprendido, uno termina no sintiendo nada por ese personaje, demasiado dramático desde el principio, demasiado consciente de sí mismo, demasiado elevado como para que tengamos algo de pena o empatía por él.
A eso ayuda la estructura de la obra, contada en escenas de vida, en momentos precisos e importantes para que entendamos el escándalo y el efecto que sobre su sociedad tuvo Pasolini, todos momentos tan exactos, tan de Wikipedia que el hombre, la persona, el ser humano va quedando fuera del escenario, si es que alguna vez se montó en él. También la actuación tiene su parte de culpa. La vida de Pasolini es tan dramática, tan terrible, que el actor nunca se da respiro en su sufrimiento, en su afectación, secundado por un elenco que quiere estar a la par y que termina caricaturizando a todo aquel que rodea a Pasolini.
En fin, un espectáculo teatral que no conmueve sobre la vida de un artista que sufrió tanto y que tuvo una muerte tan terrible y sin sentido que debió conmovernos desde el principio hasta el final.
Play cumple cinco años
Hace 4 años.
1 comentario:
Creo que la mejor forma de acercarse a Pasolini es acercándose a su propia obra... Aunque en lo personal, a veces me aturde.
Un saludo.
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