Al menos dos certezas dominan la vida cotidiana por aquí: el reporte del tiempo siempre acierta y el correo siempre llega. En Venezuela, ambas cosas se dan tan por descontado exactamente al contrario que ninguna está presente en la vida cotidiana: No revisamos el buzón porque Ipostel (la compañía nacional de correos) no traerá correspondencia alguna, ni nos preocupamos por cómo estará el tiempo porque el Observatorio Cagigal (sinécdoque de reporte meteorológico) no acertará si lloverá o no.
No estoy del todo seguro cuántos cambios en mi vida traerá esta inversión de certezas, pero al menos ya he hecho dos cosas que jamás había hecho en Venezuela: ordenar un producto perecedero por correo y suspender un plan por lluvia sin necesidad de empaparme primero. Tal vez hable de ambas cosas en próximas entradas.
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