Ayer, la compañía dueña de los periódicos Chicago Tribune y Los Angeles Times, se declaró en bancarrota bajo la figura llamada Capítulo Once, que permite protección de los acreedores mientras se reorganizan las cuentas y el negocio con el fin de mantenerlo vivo. Pero lo que parece un paso común en el devenir de la economía estadounidense, en el caso de la primera gran corporación mediática que acude a la protección por bancarrota, parece tratarse del cumplimiento de un vaticinio que tiene ya algunos años circulando: el del fin de los periódicos tal como los conocemos.
La caída tanto en lectoría como en anunciantes está haciendo cada vez más difícil el negocio de los periódicos y aunque por los momentos la situación de la Tribune Company no significa que el Chicago Tribune dejó de circular (Al contrario de lo que insinúo en mi sensacionalista título), me pregunto cuánto falta para que ello sea así.
Claro que en este caso específico ciertos atenunantes deben ser apuntados: la Tribune Company es una corporación dueña de unos once canales de televisión, numerosas estaciones de radio y del equipo de beisbol los Cachorros de Chicago, por lo que semejante gigantismo pudiera haber jugado un importante papel en la bancarrota, así como la pava de tener un equipo famoso no sólo por no haber ganado un título de Serie Mundial en exactamente 100 años sino por estar literalmente maldito.
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