El megabanco estadounidense Citibank se está convirtiendo en el blanco favorito de los políticos de Estados Unidos para mostrar la obscenidad y el descaro que movilizaba las decisiones de los ejecutivos financieros de las compañías americanas en los tiempos previos a la crisis. Dos congresistas pidieron
que se le prohíba al Citibank seguir exhibiendo su nombre en el nuevo estadio de los Mets de Nueva York, bautizado Citi Field luego de que el banco pagara 400 millones de dólares por un acuerdo que duraría 20 años. El representante de Ohio, Dennis Kucinich declaró que "mientras en el Citibank 50 mil personas perderán sus empleos, a la directiva del banco le pareció buena idea gastar 400 millones en el nombre de un estadio". Por su parte, el vocero del Citigroup, Steve Silverman, respondió que el estadio es una forma muy positiva de apoyar a la comunidad y de relacionarse con actuales y futuros clientes. De pronto, si el banco sigue su camino hacia el desastre económico total, la relación con la comunidad que el estadio les está brindando, permitirá a los altos ejecutivos del Citibank iniciarse en el productivo negocio de la venta de perros calientes, que nadie conoce a algún perrocalentero que haya quebrado.
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