Hace dos días terminó el Mundial y de pronto uno siente un vacío que no tiene nada que ver con el fútbol sino con los lugares donde uno suele hacer vida en red. Los estatus, los comentarios, los artículos compartidos volvieron a su ritmo habitual, un ritmo que no es bajo, todo lo contrario, pero también es disperso, cada uno en lo suyo. Con el Mundial, parecía que todos en la red personal estaban en lo mismo, porque incluso aquellos que no querían prestar atención a la Copa lo decían en su estatus. Este fue el Mundial de las Redes Sociales y como todo, tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas.
1-La nostalgia. Hay un componente afectivo en todas las redes, pero que en estos momentos se expresa más en Facebook donde los contactos suelen ser amigos y conocidos. Con el Mundial, tener entre los contactos amigos y conocidos a los que no veías desde hace 5, 10 o 15 años tomó de pronto pleno sentido. Discutir de fútbol, hablar de vaticinios y favoritismos con compañeros de cancha y de tribuna con los que no había hablado en muchísimo tiempo, le dio a Suráfrica un tono especial. Para mí, el Mundial de las Redes Sociales fue el Mundial de la Nostalgia.
2-Saberes y pareceres compartidos. Pocas veces leí tanto y de tantas fuentes distintas sobre fútbol. A mis sitios habituales le agregué las lecturas que otros compartían desde lugares a los que jamás habría llegado por mí mismo. Además, tuits, estatus, entradas de blogs, comentarios, fueron también lugares de aportes interesantísimos y de toda índole al torneo. Este Mundial también fue para mí el Mundial de la Diversidad de la Información.
3-Policías de las emociones. Un inesperado giro que tomó el Mundial de las Redes Sociales fue el que le dieron aquellas personas que se sintieron moralmente capacitadas para cuestionar las razones por las cuales los demás iban o no iban por un equipo. La tribuna que adquirieron esos cuestionamientos fue digna de mejores causas. El Mundial de las Redes Sociales fue también el Mundial de Quienes quieren que las Redes Sociales sean como ellos dicen.
4-Camaleones por doquier. Claro que los policías de las emociones tuvieron razones de sobra para sentirse llamados a la acción. Estatus que cambiaron sin ninguna solución de continuidad de "Estoy de luto por Argentina" a "Qué feliz estoy porque ganamos, viva España", dejaron en evidencia lo que hasta ahora solo era una sospecha: que el ganador siempre tiene más adeptos al día siguiente. El Mundial de las Redes Sociales se volvió el Mundial del Fanático Tipo Pedro, un fanático dispuesto a negar tantas veces como sea necesario que nunca le dio ningún chance a España.
5-La sobresaturación. El vértigo de la información y luego el vacío. Como el ratón después de la borrachera, los acontecimientos del Mundial parecen ya del remoto pasado y apenas terminó hace dos días. Leí un tuit que decía algo así como "ya España ganó hace dos horas, pasen a otra cosa, por favor". Como siempre, el Mundial dejó algunas dudas de su real calidad, y esa dudas fueron mayores debido a la inmensa expectativa que generó y multiplicó. Así mismo, las actuaciones controversiales de árbitros, jugadores, técnicos y periodistas se reprodujeron y comentaron a niveles realmente de insanidad. El Mundial de las Redes Sociales fue un Mundial de la Sobrexposición.
6-El control de daños. Le dedicaré una entrada más amplia a esto. Pero el Mundial con todas las pasiones que genera, también fue espacio para comentarios subidos de tono y para auténticas discusiones llenas de insultos por doquier. Los timelines parecían por momento campos de batalla o blanco de escarnio público. Pasado el Mundial vendrá el momento de limar asperezas o de recoger los vidrios y lanzarlos a la papelera del olvido.
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