En una escena crucial de esa gran película que es Gattaca, el personaje de Jude Law le enrostra una medalla al de Ethan Hamke, mientras le dice: "mírala, es de plata, se supone que sería de oro", y así sabemos que el accidente que lo dejó paralítico fue en verdad un intento de suicidio por no haber podido manejar el fracaso. Así fue Brasil hoy contra Holanda. Un gol aislado, producto de un error, de hecho, un autogol, fue suficiente para enfrentar a Brasil a su propia falibilidad, a su natural imperfección y no supo manejarla, se derrumbó como un castillo de naipes, como un espejismo, como la magia del Carnaval en un miércoles de ceniza.
Holanda no fue mucho. El primer tiempo de Holanda es para el olvido, no supo cómo marcar, la movilidad de Robinho y Kaká los sacó de esquema, los puso a correr detrás de los brasileños y abrió troneras en la defensa que permitió el gol de Robinho. Pero el entretiempo sirve para hacer ajustes y Holanda los hizo. Robinho y Kaká no arrastraron más marcas y se acabó lo poco bonito del juego brasileño.
Maicon es el jugador que ejemplifica a este Brasil. Maicon es un ciborg, una especie de máquina que te destruirá corriendo por la banda. Pero Maicon solo tiene un programa: correr y destruir por la banda, no hace una distinta, no intenta hacer una distinta ni siquiera cuando el juego está en contra y el otro equipo te tiene controlado. Dunga será crucificado por no haber convocado a jugadores que podían hacer una distinta cuando el juego más lo necesitaba. Dunga no tenía nadie en la banca a quien recurrir para ello.
Cruyff dice que no pagaría por ver a Brasil, habría que preguntarle si pagaría por ver a Holanda. Holanda son dos jugadores, Robben y Sneijder, ojalá se encuentren, si no se encuentran, si no se la pasa uno al otro, no hay nadie más a quien ver en Holanda. El planteamiento de Holanda convirtió a van Persie en un jugador del montón y hace indispensables a los carniceros De Jong y van Bommel.
El duelo de Robben y Bastos lo ganó el primero no por habilidad sino por masoquismo, se dejó pegar todo el partido y en una vino el saque de falta que permitió el error de Felipe Melo y de Julio César para el autogol. Luego, Felipe Melo, ya sin Bastos en la cancha, pisó a Robben caído para la roja que terminó de definir el destino del partido. Robben no estuvo particularmente enchufado hoy, pero le ganó a Brasil como siempre termina ganado un muñeco porfiao.
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