Del misterio que son los sonidos hechos palabras, el más extraño que me ha tocado vivir es el que hace que más de un interlocutor de habla inglesa al oírme decir
Venezuela, escuche
Minnesota. Intento distorsionar la pronunciación de Venezuela para imaginar cómo puede llegar a convertirse en Minnesota en los oídos de otros, pero simplemente me resulta imposible. Y sin embargo, con interlocutores muy disímiles entre sí, incluso con personas que hablan inglés como segunda lengua al igual que yo, cuando menos me lo espero, al escuchar mi respuesta a la pregunta
Where are you from?, saltan muy sorprendidos supongo por mi probre inglés y mi marcado acento, e intentan confirmar preguntando:
¿Minnesota?
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